¡Olivares centellados
en las tardes cenicientas,
bajo los
cielos preñados
de
tormentas!...
Olivares, Dios os dé
los eneros
de aguaceros,
los agostos de
agua al pie,
los vientos primaverales,
vuestras
flores racimadas;
y las
lluvias otoñales
vuestras olivas moradas.