Pero no siempre se tiene en cuenta la voluntad de la mercancía. "A veces el engaño es total", explica Carlos Botrán, comisario jefe de la Brigada Central de la UCRIF y con 20 años a sus espaldas de lucha contra el tráfico de personas. "La mujer llega pensando que va a trabajar como camarera, limpiadora o secretaria, y una vez aquí es obligada a meterse en un club 12 o 13 horas al día para mantener relaciones sexuales a cambio de dinero", explica.