El fuego también hizo posible cocinar el alimento, lo cual es más importante de lo que pueda parecer. La carne es más tierna y sabrosa si se asa. Más todavía: el fuego extermina los parásitos y bacterias, con lo que hace más segura la ingestión de la carne. El fuego vuelve asimismo muy comestibles los vegetales, de otro modo inútiles para la alimentación. Pruebe a comer arroz fresco en su tallo, o cualquier cereal crudo, y comprenderá lo que puede hacer una breve exposición al calor de una hoguera.
Por último, el fuego hizo posibles varias transformaciones químicas de la materia inanimada, como la fundición de metales. En una palabra, el fuego da comienzo a la primera época de relativa «alta tecnología» de la humanidad.
Al comienzo, claro está, el fuego sólo podía obtenerse una vez iniciado por medios naturales. Cuando se disponía de él, era preciso mantenerlo ardiendo continuamente, y si alguna vez se extinguía, había que reanudar cuanto antes la búsqueda de otra hoguera. Si no había una tribu cercana de la que pudiera conseguir el fuego (suponiendo que mantuvieran lazos de amistad como para que eso fuese posible, aunque resulta verosímil por razones de reciprocidad), sería preciso aguardar de nuevo el fuego provocado por medios naturales, y esperar a que las condiciones fueran favorables para hacerse con él sin peligro.
Pero llegó el tiempo en que se desarrollaron técnicas para iniciar un fuego donde antes no lo hubo. Esto debió de lograrse por fricción: haciendo girar un palo en la depresión de otro, previamente rellena de fragmentos de madera, hojas u hongos, muy secos (yesca). El calor generado por la fricción podía encender la yesca. No sabemos qué métodos fueron los primeros en desarrollarse, pero la técnica de prender fuego representa un gigantesco paso adelante.
Por último, el fuego hizo posibles varias transformaciones químicas de la materia inanimada, como la fundición de metales. En una palabra, el fuego da comienzo a la primera época de relativa «alta tecnología» de la humanidad.
Al comienzo, claro está, el fuego sólo podía obtenerse una vez iniciado por medios naturales. Cuando se disponía de él, era preciso mantenerlo ardiendo continuamente, y si alguna vez se extinguía, había que reanudar cuanto antes la búsqueda de otra hoguera. Si no había una tribu cercana de la que pudiera conseguir el fuego (suponiendo que mantuvieran lazos de amistad como para que eso fuese posible, aunque resulta verosímil por razones de reciprocidad), sería preciso aguardar de nuevo el fuego provocado por medios naturales, y esperar a que las condiciones fueran favorables para hacerse con él sin peligro.
Pero llegó el tiempo en que se desarrollaron técnicas para iniciar un fuego donde antes no lo hubo. Esto debió de lograrse por fricción: haciendo girar un palo en la depresión de otro, previamente rellena de fragmentos de madera, hojas u hongos, muy secos (yesca). El calor generado por la fricción podía encender la yesca. No sabemos qué métodos fueron los primeros en desarrollarse, pero la técnica de prender fuego representa un gigantesco paso adelante.