LOS CARROS: Cuando los objetos son demasiado pesados para transportarlos cargando con ellos, su traslado por tierra se convierte en un problema. Aunque el terreno sea completamente llano, se produce una considerable fricción sí es arenoso, pedregoso o herboso.
Al principio, los objetos pesados debían arrastrarse en trineos, impulsándolos por la fuerza bruta. Incluso cuando se utilizaron animales más fuertes que el hombre (los bueyes, por ejemplo), la marcha era lenta.
El avance podía facilitarse colocando bajo los trineos toscos rodillos consistentes en troncos de madera. Estos rodaban en lugar de arrastrarse, y limitaban en medida considerable la fricción. Ello significaba menos trabajo, pero en realidad podía llevar más tiempo, pues los rodillos tenían que retirarse de la parte posterior y colocarse de nuevo en la anterior. Lo que se precisaba era, pues, un eje y unas ruedas.
No sabemos en qué circunstancias se le ocurrió a alguien fijar sendos rodillos en la trasera y en la delantera del trineo, de tal manera que giraran en el interior de las tiras en las que se sostenían, y se mantuvieran en todo momento fijados al trineo. En el extremo de cada rodillo se colocaron luego sendas ruedas macizas de madera que levantaban del suelo el trineo, y esas ruedas podían girar libremente.
Un carro se traslada con más rapidez y con mucho menos esfuerzo que un trineo, aunque éste se disponga sobre rodillos, con lo que ese vehículo supuso una revolución en el transporte terrestre. Ante todo, facilitó el comercio.
Los carros aparecieron en Sumeria hacía 3500 a. J. C.
Al principio, los objetos pesados debían arrastrarse en trineos, impulsándolos por la fuerza bruta. Incluso cuando se utilizaron animales más fuertes que el hombre (los bueyes, por ejemplo), la marcha era lenta.
El avance podía facilitarse colocando bajo los trineos toscos rodillos consistentes en troncos de madera. Estos rodaban en lugar de arrastrarse, y limitaban en medida considerable la fricción. Ello significaba menos trabajo, pero en realidad podía llevar más tiempo, pues los rodillos tenían que retirarse de la parte posterior y colocarse de nuevo en la anterior. Lo que se precisaba era, pues, un eje y unas ruedas.
No sabemos en qué circunstancias se le ocurrió a alguien fijar sendos rodillos en la trasera y en la delantera del trineo, de tal manera que giraran en el interior de las tiras en las que se sostenían, y se mantuvieran en todo momento fijados al trineo. En el extremo de cada rodillo se colocaron luego sendas ruedas macizas de madera que levantaban del suelo el trineo, y esas ruedas podían girar libremente.
Un carro se traslada con más rapidez y con mucho menos esfuerzo que un trineo, aunque éste se disponga sobre rodillos, con lo que ese vehículo supuso una revolución en el transporte terrestre. Ante todo, facilitó el comercio.
Los carros aparecieron en Sumeria hacía 3500 a. J. C.