Asisten al entierro de una señora dos hombres: el esposo, abatido, lloroso, resignado, y el amante dando unos alaridos tremendos, llorando sin consuelo, tirándose los cabellos, a punto de sufrir un infarto.
El marido (ahora viudo) se acerca solicito al amante y con gesto amigable le dice:
! Por favor! Pepe, serénate un poco. YA ME VOLVERE A CASAR.
El marido (ahora viudo) se acerca solicito al amante y con gesto amigable le dice:
! Por favor! Pepe, serénate un poco. YA ME VOLVERE A CASAR.