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Recuerdo los paseos con el tío abuelo hasta el huerto, parándonos siempre bajo un viejo sauce, de ramas nudosas, que arropaba a la fuente; cerca, habían algunos perales, varios cerezos y manzanos, granados, membrillos y dos grandes higueras. Más abajo, unos bancales de judías y varias colmenas y a continuación, una casilla, ya muy castigada por los años, en la que se guardaban aperos y herramientas: un arado, azadones, escardillos, amocafres, horcas, y hasta una guadaña, también trampas o cepos de ... (ver texto completo)
En el cortijo se trabajaba de sol a sol, incluidos sábados y domingos, en diversas y duras tareas, y aunque la familia tenia una incipiente conciencia de clase, un tanto simple e ingenua, -el abuelo no-, era muy difícil, por no decir imposible, revindicar pequeñas mejoras y ajustes, para que las cosas fueran mas llevaderas, porque los señores eran alérgicos a todo eso y ponían mil trabas, ante las tímidas peticiones de mis tíos y tías. Así, todo continuaba inamovible. Ello hacia que el tío abuelo, ... (ver texto completo)
Las imágenes de aquellos tiempos en el cortijo, han vivido y viven en el espíritu de los que allí estuvimos, distendiéndolo y dándole sentido a las vivencias y avatares de aquel lugar, desde mis tíos trabajando en la era, en plena trilla del grano, en los tórridos Agostos, hasta aquellas cosas muy hermosas, que alegraban los días, montes, nubes, ríos, árboles, animales, tormentas, amaneceres, anocheceres... Es como un fulgor vivo, que, creo, arde en nosotros, una lejanía resplandeciente en el tiempo, ... (ver texto completo)
Recuerdo los paseos con el tío abuelo hasta el huerto, parándonos siempre bajo un viejo sauce, de ramas nudosas, que arropaba a la fuente; cerca, habían algunos perales, varios cerezos y manzanos, granados, membrillos y dos grandes higueras. Más abajo, unos bancales de judías y varias colmenas y a continuación, una casilla, ya muy castigada por los años, en la que se guardaban aperos y herramientas: un arado, azadones, escardillos, amocafres, horcas, y hasta una guadaña, también trampas o cepos de ... (ver texto completo)
En el cortijo se vivía bien, aunque de manera primitiva y artesana, y con un trasfondo de fatalidad, como buenos andaluces, pesando mucho las horas y los días, al no haber un mañana definido. Por la noche, al calor de la chimenea, la familia hablaba poco, abismándose en sus preocupaciones, alternando esto, con ratos de alboroto y "humor cordobés", sobre todo cuándo venían los novios a ver a las titas. Dada mi corta edad, me protegían de aquellas ingratitudes, sobre todo los abuelos, con una cascara ... (ver texto completo)
Las imágenes de aquellos tiempos en el cortijo, han vivido y viven en el espíritu de los que allí estuvimos, distendiéndolo y dándole sentido a las vivencias y avatares de aquel lugar, desde mis tíos trabajando en la era, en plena trilla del grano, en los tórridos Agostos, hasta aquellas cosas muy hermosas, que alegraban los días, montes, nubes, ríos, árboles, animales, tormentas, amaneceres, anocheceres... Es como un fulgor vivo, que, creo, arde en nosotros, una lejanía resplandeciente en el tiempo, ... (ver texto completo)
Una de las visitas de mi tío abuelo, coincidió con la presencia en el cortijo, de varias comadres que rezaban el rosario con la abuela y después, invocaban y agasajaban a Pomba Gira, con puñados de trigo, maíz, hierbabuena y aceite de muérdago, prometiendo aumentar las ofrendas, si arreglaba los entuertos amorosos, preñeces y demás holganzas de las mozas damnificadas. El tío abuelo, con humor diabólico, dijo que Pomba Gira no era compatible con Dios, y que el, de eso sabia mucho, porque ya había ... (ver texto completo)
En el cortijo se vivía bien, aunque de manera primitiva y artesana, y con un trasfondo de fatalidad, como buenos andaluces, pesando mucho las horas y los días, al no haber un mañana definido. Por la noche, al calor de la chimenea, la familia hablaba poco, abismándose en sus preocupaciones, alternando esto, con ratos de alboroto y "humor cordobés", sobre todo cuándo venían los novios a ver a las titas. Dada mi corta edad, me protegían de aquellas ingratitudes, sobre todo los abuelos, con una cascara ... (ver texto completo)
El abuelo tenia un hermano, ácrata y culto, que vivía en Francia y de tarde en tarde aparecía por el cortijo. Recuerdo una visita con el, a una pedanía, en Badajoz, destruida por la ya muy lejana guerra civil. El silencio de su única calle parecía eterno. Las paredes estaban agujereadas por las balas y el tiempo. Y el matorral, iba comiéndose poco a poco aquellos restos, de los que colgaban ramas en flor, parasitadas a su vez por la hiedra. Todo parecía muerto y sometido. Aunque, al lado de una alberca ... (ver texto completo)
Una de las visitas de mi tío abuelo, coincidió con la presencia en el cortijo, de varias comadres que rezaban el rosario con la abuela y después, invocaban y agasajaban a Pomba Gira, con puñados de trigo, maíz, hierbabuena y aceite de muérdago, prometiendo aumentar las ofrendas, si arreglaba los entuertos amorosos, preñeces y demás holganzas de las mozas damnificadas. El tío abuelo, con humor diabólico, dijo que Pomba Gira no era compatible con Dios, y que el, de eso sabia mucho, porque ya había estado en la eternidad, tras una noche de absenta y vino de Burdeos, siendo la eternidad un lugar lleno de tierras adormecidas, de paisajes luminiscentes y de ríos calmos. Y hay un ser que es el que manda, que huele a Armani y a madreselva, y vigila para que todo sea un sueño lento, del que nunca despertamos, y que finge y recuerda a la vida, pero sin curas, sin políticos y sin bancos. Asi es el autentico cielo o eternidad. Añadió que los que se han portado mal, van a parar a un autentico laberinto de caminos vacíos, que nunca acaban, y por los que siempre continúan andando y buscando., mientras rl tiempo sigue pasando, inacabable. Asi era mi tio abuelo. ... (ver texto completo)
A pesar de todo, el cortijo, también tenia sus fases de vida bucólica; de amaneceres y anocheceres calmos, en los que la sierra Horconera, las encinas y los quejigos y los grandes olivares, parecían dibujos, de lo quietos que estaban, recortados contra el cielo. A veces, se formaban brumas, neblinas, que subían por la sierra hasta el Morrión, haciéndolo aparecer y desaparecer, como si fuera presa de un encantamiento. La luz se iba haciendo glauca y tenue, hasta convertirse en sombras y oscuridad. ... (ver texto completo)
El abuelo tenia un hermano, ácrata y culto, que vivía en Francia y de tarde en tarde aparecía por el cortijo. Recuerdo una visita con el, a una pedanía, en Badajoz, destruida por la ya muy lejana guerra civil. El silencio de su única calle parecía eterno. Las paredes estaban agujereadas por las balas y el tiempo. Y el matorral, iba comiéndose poco a poco aquellos restos, de los que colgaban ramas en flor, parasitadas a su vez por la hiedra. Todo parecía muerto y sometido. Aunque, al lado de una alberca ... (ver texto completo)
En el cortijo, la vida no era fácil ni comprensible, sobre todo para mis tíos y tías, que se veían sin futuro, marchitándose lentamente, hasta doblegarse ante la realidad, ante las leyes del sistema y del señorito, que no daban más opción que adaptarse al mundo creado por ellos y para ellos: la ley del latifundio, como decía un vecino. Así, se dieron cuenta que no podían tener ni objetivos propios de mejora, ni futuro, siendo el desencanto cada día mayor y precipitando la migración. A pesar de ser ... (ver texto completo)
A pesar de todo, el cortijo, también tenia sus fases de vida bucólica; de amaneceres y anocheceres calmos, en los que la sierra Horconera, las encinas y los quejigos y los grandes olivares, parecían dibujos, de lo quietos que estaban, recortados contra el cielo. A veces, se formaban brumas, neblinas, que subían por la sierra hasta el Morrión, haciéndolo aparecer y desaparecer, como si fuera presa de un encantamiento. La luz se iba haciendo glauca y tenue, hasta convertirse en sombras y oscuridad. ... (ver texto completo)
EL CORTIJERO Para el abuelo, ser cortijero, gañan y capataz, era algo hermoso, porque la brega con las tierras y su cultivo, permitían comer, seguir viviendo y sentirse útil, en aquella época convulsa. En cambio, mis tíos y tías, pensaban que la explotación inmisericorde, sin horarios, sin fiestas, sin vacaciones, miserablemente pagados, convertían de forma prematura al habitante del cortijo, en un ser envejecido y averiado, al que se exprimía hasta el limite. En verano, cuándo los emigrados volvían ... (ver texto completo)
En el cortijo, la vida no era fácil ni comprensible, sobre todo para mis tíos y tías, que se veían sin futuro, marchitándose lentamente, hasta doblegarse ante la realidad, ante las leyes del sistema y del señorito, que no daban más opción que adaptarse al mundo creado por ellos y para ellos: la ley del latifundio, como decía un vecino. Así, se dieron cuenta que no podían tener ni objetivos propios de mejora, ni futuro, siendo el desencanto cada día mayor y precipitando la migración. A pesar de ser un niño, fui testigo de como se iban abriendo abismos en lo viejo, en lo antiguo, que chocaban con la tenacidad y la perseverancia de mis tíos por salir de ese circulo que terminaba rompiendo a las personas. ... (ver texto completo)
El lugar más emblemático y deseado del cortijo era la cámara, a la que se subía por unas escaleras estrechas, percibiéndose, ya, desde el primer escalón, un olorcillo agradable y excitante a chorizos, morcillas, jamones, condimentos, quesos de cabra, de oveja, los cantaros de aceite, las ristras de ajos y pimientos secos, las guindillas, el pan de higo...; y era un lugar muy frecuentado en Cuaresma, época de abstinencias y hambres, en nombre de lo sagrado y del férreo control de la abuela. La huella ... (ver texto completo)
EL CORTIJERO Para el abuelo, ser cortijero, gañan y capataz, era algo hermoso, porque la brega con las tierras y su cultivo, permitían comer, seguir viviendo y sentirse útil, en aquella época convulsa. En cambio, mis tíos y tías, pensaban que la explotación inmisericorde, sin horarios, sin fiestas, sin vacaciones, miserablemente pagados, convertían de forma prematura al habitante del cortijo, en un ser envejecido y averiado, al que se exprimía hasta el limite. En verano, cuándo los emigrados volvían ... (ver texto completo)
¨ËL OTRO MUNDO¨del cortijo Era un mundo del que nunca se hablaba, y llamabase justamente así: El otro mundo. En el, tenia cabida lo incomprensible, lo sobrenatural, lo supersticioso, los aojamientos, los desaojamientos, los rituales de amarres y desamarres, el curanderismo, la muerte y la vida. La abuela, era la suma sacerdotisa de ese mundo. En una alacena guardaba una imagen de Santa Barbara y otra de Pómba Gira, madre de los amarramientos, una especie de idolilla barriguda, con ojos saltones y ... (ver texto completo)
El lugar más emblemático y deseado del cortijo era la cámara, a la que se subía por unas escaleras estrechas, percibiéndose, ya, desde el primer escalón, un olorcillo agradable y excitante a chorizos, morcillas, jamones, condimentos, quesos de cabra, de oveja, los cantaros de aceite, las ristras de ajos y pimientos secos, las guindillas, el pan de higo...; y era un lugar muy frecuentado en Cuaresma, época de abstinencias y hambres, en nombre de lo sagrado y del férreo control de la abuela. La huella ... (ver texto completo)
Continuemos con la saga del Cortijo. En el cortijo no había luz. Nos alumbrábamos con el carburo. Ignoro si la compañía eléctrica de la época tenia el monopolio del mismo. Y también con el candil, que daba una luz fantasmagórica y como más intima, y que casualmente, solía encenderse cuándo los novios venían a ver a las titas, con la excusa por parte de ellas de que no quedaba carburo. Si, es curioso cuándo lo recuerdo. Hagamos una composición de lugar: La chimenea crepitando, con un fuego capaz y ... (ver texto completo)
¨ËL OTRO MUNDO¨del cortijo Era un mundo del que nunca se hablaba, y llamabase justamente así: El otro mundo. En el, tenia cabida lo incomprensible, lo sobrenatural, lo supersticioso, los aojamientos, los desaojamientos, los rituales de amarres y desamarres, el curanderismo, la muerte y la vida. La abuela, era la suma sacerdotisa de ese mundo. En una alacena guardaba una imagen de Santa Barbara y otra de Pómba Gira, madre de los amarramientos, una especie de idolilla barriguda, con ojos saltones y ... (ver texto completo)
Holaa, me gustaria poder contactar con el curandero de amigdalas de vuestro pueblo
El cortijo tenia 2 mundos. Uno se llamaba abuelo y abuela, lleno de amor, de palabras cariñosas y de mimos. El otro mundo era más siniestro. En el se contaban historias tristes de la guerra civil, historias de aparecidos, y sobre todo se hablaba de los caprichos del señorito. Por empatía terminé perteneciendo a los dos mundos. Alrededor del cortijo se extendían los olivares, la sierra llena de quejigos y encinas centenarias, los arroyuelos que iban a morir al rio Salado, de cuevas y de zorros. A ... (ver texto completo)
Continuemos con la saga del Cortijo. En el cortijo no había luz. Nos alumbrábamos con el carburo. Ignoro si la compañía eléctrica de la época tenia el monopolio del mismo. Y también con el candil, que daba una luz fantasmagórica y como más intima, y que casualmente, solía encenderse cuándo los novios venían a ver a las titas, con la excusa por parte de ellas de que no quedaba carburo. Si, es curioso cuándo lo recuerdo. Hagamos una composición de lugar: La chimenea crepitando, con un fuego capaz y ... (ver texto completo)
La casa del abuelo era un gran cortijo cerca de Lagunillas, lleno de habitaciones oscuras, de pasillos empedrados y de escaleras estrechas, que subían a la cámara y al pajar. Cada cosa tenia su perfume. Olia a chimenea, a gallinas, a conejos, a leche, a fruta, a yerba, a muerte y a eternidad. Con el abuelo aprendí a conocer los árboles, el sol, las tormentas, los animales y las estrellas. Era lo más imprescindible para comenzar la vida. Y la comencé. Y después de muchos años, y desde muy lejos, la ... (ver texto completo)
El cortijo tenia 2 mundos. Uno se llamaba abuelo y abuela, lleno de amor, de palabras cariñosas y de mimos. El otro mundo era más siniestro. En el se contaban historias tristes de la guerra civil, historias de aparecidos, y sobre todo se hablaba de los caprichos del señorito. Por empatía terminé perteneciendo a los dos mundos. Alrededor del cortijo se extendían los olivares, la sierra llena de quejigos y encinas centenarias, los arroyuelos que iban a morir al rio Salado, de cuevas y de zorros. A ... (ver texto completo)
La casa del abuelo era un gran cortijo cerca de Lagunillas, lleno de habitaciones oscuras, de pasillos empedrados y de escaleras estrechas, que subían a la cámara y al pajar. Cada cosa tenia su perfume. Olia a chimenea, a gallinas, a conejos, a leche, a fruta, a yerba, a muerte y a eternidad. Con el abuelo aprendí a conocer los árboles, el sol, las tormentas, los animales y las estrellas. Era lo más imprescindible para comenzar la vida. Y la comencé. Y después de muchos años, y desde muy lejos, la ... (ver texto completo)