Los primeros datos sobre
Huelago pertenecen a la Prehistoria. De la etapa
romana conocemos que el centro de actividad se centraba en
Torre Cardela y
Bogarre, ya que eran pasos obligados para el alto Guadalquivir y el
valle de Genil. Debido a su proximidad con estas dos poblaciones, es fácil pensar que Huélago a partir del año 218 antes de
Cristo, existiese como población de rango inferior ligada a las dos poblaciones anteriores, como consecuencia del alto valor estratégico y
militar que esta zona adquirió por ser paso obligatorio de las tropas
romanas de Escipión como consecuencia de las batallas contra los Cartaginenses. Bajo la dominación musulmana Huélago adquiere importancia al ser un centro militar en el que se ubicaba una alquería de cierta importancia. A medida que los Castellanos reconquistaban la península el papel estratégico de Huélago aumenta al situarse a mediados del siglo XIII como localidad próxima a la frontera Castellana, por lo que probablemente sufriría las consecuencias degradantes de las algaradas, correrías, talas y quemas de
campos que sufrió toda esta zona fronteriza por parte de los Castellanos para desmoralizar a la población. Con el fin de estabilizar esta zona los reyes Nazaritas de
Granada, edificaron
torres vigías por todas estas zonas y desplazaron destacamentos
militares. Tras la reconquista culminada por los Reyes Católicos en 1492, la población de Huélago pasó a ser regida por el ilustre caballero García de Arana y sus descendiente como agradecimiento de los Reyes Católicos por su apoyo prestado en la guerra contra las tropas nazaritas. Bajo la regencia de la
familia Arana, y como consecuencia de las rebeliones de los mudéjar en 1499 y los moriscos en 1568 al 1571, la población de musulmanes se fue sustituyendo por extranjeros provenientes de el norte de Castilla,
Aragón e incluso otros reinos de Europa. A partir del siglo XVI, el cortijo de Huélago fue pasando por distintas manos, todas ellas descendientes de García de Arana, así nos encontramos a Doña Jerónima García de Arana, a su hijo Don Diego Carrillo de Mendoza, a Don Luis Carrillo de Mendoza (1641), Don Baltasar Afán de Rivera Gadea Bazán y Arana (1705), Don Pedro Afán de Rivera (1750), Don Pedro Afán de Rivera Bazán y Berardo y así sucesivamente hasta entrado el siglo XX en el que la familia Afán de Rivera por medio de Don Juan Pedro Afán de Rivera se desprende de gran parte de sus tierras al venderlas a los Godoy. Hacia 1824 la villa secular de Huélago pertenecía al obispado de Guadix y era población de la Provincia de Granada. Por entonces, la población era de 70 vecinos, 292 habitantes, poseyendo una
parroquia y estando regida por un Alcalde, por lo que pasó a tener entidad propia como población de primer orden. La población se dedicaba exclusivamente a la producción de trigo, centeno, cebada, maíz, y cría de
ganado lanar para el cual se creó un
lavadero de lana para su posterior exportación a Flandes. A principios del siglo XX la
estación de ferrocarril de Huélago funciona a pleno rendimiento, así nos adentramos en 1910, cuando la población de Huélago comienza a tener un momento álgido en su
historia como consecuencia de convertirse en un centro productor y distribuidor de remolacha y cereales que se aglutinan en la estación de ferrocarril para su exportación. El
pueblo gana en tamaño y en habitantes, provenientes sobre todo de los
pueblos aledaños como consecuencia de la gran oferta de mano de obra que era necesaria para mantener el elevado nivel de productividad, consecuencia de ello es la construcción de una Central Eléctrica de
salto de agua que abastecía de electricidad a Huélago y pueblos aledaños como
Moreda,
Darro,
Diezma, Villares, entre otros y la apertura de dos canteras de
piedra de la que obtenían el mineral para blanquear el azúcar. Es en esta época cuando Huélago supera el millar de habitantes, muy lejanos de las dos centenas que tenía a principios del siglo XIX. Tras la Guerra Civil, la actividad productiva en Huélago comienza a declinar, sobre todo a partir del 1950 entre otras cosas por la pérdida de importancia de la industria remolachera en la provincia de Granada y en general en toda
España, además de las mejores perspectiva de calidad de vida que empiezan a apreciarse en las capitales de provincia y el incremento de oferta de empleo de los polos industriales del Centro y Levante de España. Todo ello contribuyó de forma directa a un proceso de emigración que en un principio se dirigió hacia la capital granadina, continuando más tarde hacia
Barcelona,
Madrid, Levante,
Alemania y otros lugares de Europa y Sudamérica. Podemos establecer el año 1965 como la fecha culmen del esplendor de Huélago dado que a partir de aquí la actividad productiva decrece al igual que su población la cual, además, empieza a tener síntomas de progresivo envejecimiento. Sin embargo, a pesar del descenso de la actividad productiva, los habitantes empiezan a mejorar su calidad de vida en parte debido a una mejor redistribución de la riqueza productiva y a las remesas provenientes de los emigrantes, todo ello queda reflejado en numerosas obras de infraestructura que dotan al pueblo de suministro de agua potable en todas las viviendas, linea telefónica, alcantarillado, repavimentación de toda la población, así como la dotación de nuevas
escuelas, instalaciones deportivas,
consultorio médico,
farmacia, y el establecimiento de servicios regulares de transporte, (Granada-Huélago y Guadix-Huélago) y abastecimiento, (
correo, butano, basura, entre otros).