Dedicado a todos los Penalvas:
Quiero dedicarte MADRE, desde lo más profundo de mi ser, estas palabras que tienen el lenguaje de mi corazón.
Decir MADRE es decir amor y vida, abrir al horizonte la mirada, es volver a la infancia, es tornar brevemente a la cordura, admirar tu figura, que desprende tu imagen su hermosura.
Decir MADRE, es olvidarse de la amargura, apartar de la mente la agonía y guardar en el corazón cada instante tu dulzura.
MADRE, nos dio la vida, nos cuidaba, protegía en todo momento, ella nos enseñaba a caminar, a escribir y jugar, la que sabia cuando teníamos frío, calor, sueño, hambre y dolor.
Que consuelo tan grande era el poderte besar, acariciarte las manos y tu débil cuerpo abrazar, ahora ya no estas conmigo y siento la falta de tu presencia.
Cierro los ojos para ver tú rostro el de mi padre y hermano, es el calor que desprendes en mi corazón, aquel donde reina tu cariño, en el que se alumbrarán siempre las esperanzas de tus hijos.
Aquellos ojos del lugar donde decidiste que nacieran tus hijos, marcaron mi existencia, son el camino por el cual se abre paso mi destino.
Esos son tus ojos, por los que miro y respiro a cada momento, me dan fuerzas y alivio, esa luz que me brindas y enciende mi corazón.
Despierta en mí, la identidad olvidada del suelo que elegiste para nacer tus hijos, trayendo hacia mí el clamor que llevo en mi sangre.
Aquel grito de libertad de mis antepasados, un clamor a gozar de lo maravilloso de mis orígenes, descubriendo la ardiente pasión escondida en mi corazón.
Esa pasión única que dejó sus huellas en mi vida, ellas son las que me guían en el camino que decidí transitar llevándome hacia lugares en lo más profundo de mí ser.
Recordándome con lo que alguna vez fui y con lo que inevitablemente soy, acercándome a mis raíces, que son las que me llevan al lugar donde nací.
Son mis raíces y aquel canto de mis antepasados los que me ayudan a existir y depositan en mí su fuerza. Para seguir caminado al ritmo de su son, de mi son, de un son que no distingue fronteras.
A gozar en ese caminar del son, que es mi vida, que trae hacia mi corazón, el lugar donde nací.
Cada día descubro un nuevo camino por transitar, nuevas costumbres y herencias que me dicen de quien soy. Me recuerdan cada minuto vivido en mi pueblo y lograr un futuro de paz y cariño hacia los corazones de mis hermanos. Para así despertar el orgullo de nuestro origen y hacer que reviva el orgullo de ser quienes somos PENALVA.
MADRE, disfruta ahora de tu Gloria y que nada enturbie tu paz, sabes que en nuestro corazón por siempre perduraras y hasta allí te mando un beso que tantas veces pedías y no solamente un beso... Va mi corazón Madre mía.
Alejandro Sánchez Penalva.
Quiero dedicarte MADRE, desde lo más profundo de mi ser, estas palabras que tienen el lenguaje de mi corazón.
Decir MADRE es decir amor y vida, abrir al horizonte la mirada, es volver a la infancia, es tornar brevemente a la cordura, admirar tu figura, que desprende tu imagen su hermosura.
Decir MADRE, es olvidarse de la amargura, apartar de la mente la agonía y guardar en el corazón cada instante tu dulzura.
MADRE, nos dio la vida, nos cuidaba, protegía en todo momento, ella nos enseñaba a caminar, a escribir y jugar, la que sabia cuando teníamos frío, calor, sueño, hambre y dolor.
Que consuelo tan grande era el poderte besar, acariciarte las manos y tu débil cuerpo abrazar, ahora ya no estas conmigo y siento la falta de tu presencia.
Cierro los ojos para ver tú rostro el de mi padre y hermano, es el calor que desprendes en mi corazón, aquel donde reina tu cariño, en el que se alumbrarán siempre las esperanzas de tus hijos.
Aquellos ojos del lugar donde decidiste que nacieran tus hijos, marcaron mi existencia, son el camino por el cual se abre paso mi destino.
Esos son tus ojos, por los que miro y respiro a cada momento, me dan fuerzas y alivio, esa luz que me brindas y enciende mi corazón.
Despierta en mí, la identidad olvidada del suelo que elegiste para nacer tus hijos, trayendo hacia mí el clamor que llevo en mi sangre.
Aquel grito de libertad de mis antepasados, un clamor a gozar de lo maravilloso de mis orígenes, descubriendo la ardiente pasión escondida en mi corazón.
Esa pasión única que dejó sus huellas en mi vida, ellas son las que me guían en el camino que decidí transitar llevándome hacia lugares en lo más profundo de mí ser.
Recordándome con lo que alguna vez fui y con lo que inevitablemente soy, acercándome a mis raíces, que son las que me llevan al lugar donde nací.
Son mis raíces y aquel canto de mis antepasados los que me ayudan a existir y depositan en mí su fuerza. Para seguir caminado al ritmo de su son, de mi son, de un son que no distingue fronteras.
A gozar en ese caminar del son, que es mi vida, que trae hacia mi corazón, el lugar donde nací.
Cada día descubro un nuevo camino por transitar, nuevas costumbres y herencias que me dicen de quien soy. Me recuerdan cada minuto vivido en mi pueblo y lograr un futuro de paz y cariño hacia los corazones de mis hermanos. Para así despertar el orgullo de nuestro origen y hacer que reviva el orgullo de ser quienes somos PENALVA.
MADRE, disfruta ahora de tu Gloria y que nada enturbie tu paz, sabes que en nuestro corazón por siempre perduraras y hasta allí te mando un beso que tantas veces pedías y no solamente un beso... Va mi corazón Madre mía.
Alejandro Sánchez Penalva.