IZNALLOZ: Hoy vamos a empezar con un chiste comunista. En algún...

Hoy vamos a empezar con un chiste comunista. En algún lugar de Siberia tres prisioneros se cuentan sus penas. "Stalin me mandó aquí porque siempre llegaba cinco minutos tarde al trabajo. Me acusó de sabotaje", dice el primero. "Pues yo siempre llegaba cinco minutos antes", recuerda el segundo, "y me procesaron por espía". "Esto no es nada", dice por fin el tercero, "yo llegaba puntual cada día, por eso descubrieron que tenía un reloj occidental".
La paranoia en que se convirtió el comunismo bajo Stalin generó miles de chistes así. De hecho, desde el inicio de la Revolución rusa, los chistes que ponían en duda los métodos bolcheviques florecieron como válvula de escape del pueblo. Reír para no llorar. La tendencia aumentó y se perfeccionó en todos los países del Este hasta la caída del Muro. Lo narra con detalle el periodista británico Ben Lewis en su libro Hammer & Tickle (Martillo y Cosquillas), "una historia del comunismo contada a través de sus chistes", que llegó hace unos meses a las librerías británicas y se lee con la sonrisa en la boca y la piel de gallina. "Cada chiste es una pequeña revolución", escribió George Orwell en 1945. Lewis nos recuerda que ningún otro régimen temió tanto la erosión que provocan los chistes, y lo ilustra con una situación terrible e hilarante: una mujer de Bucarest trabajaba como correctora en el periódico oficial. El nombre de Ceausescu aparecía escrito unas 40 veces cada día. Pues bien, la mujer corregía aterrorizada porque un breve error tipográfico Nicholai en lugar de Nicolae-- habría significado "Ceaucescu pene pequeño".
Con el libro de Lewis, tenemos cientos de pruebas de que los chistes del comunismo están en el imaginario de mucha gente. El filósofo esloveno Zizek los cita en sus ensayos. El confidente alemán de la película La vida de los otros los usaba para incordiar. Kundera escribió una novela sobre el asunto, La broma. Vasili Grossman defendía en Vida y destino el poder y la claridad de "la palabra dicha en lugar de todos los miedos". Vamos a terminar con otro chiste que aparece en el libro. Dos esqueletos se encuentran por la calle en Kiev. "Cuándo te moriste?", pregunta uno. "En la gran hambruna del 32. ¿Y tú?" "No, yo todavía estoy vivo".
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Que bien se te da el copia y pega Manolillo, jeje, este es un articulo publicado en elperiodico. com, por Jordi Punti, el 13/12/2008, ¿verdad? Para comprobarlo, solo deben copiar las dos primeras frases y ponganlas en el google, aparecera el articulo en cuestion. Tan vacio de contenidos y de argumentos estas, que tienes que ir a buscarlos por doquier, luego copiarlos y pegarlos. LAMENTABLE.