El gran costaste en tan solo media vuelta al castillo de LA Calahorra, del desierto al verdor, el susurro del agua, el mejor de los regalos para la vista.
Y, después la llegada a Guadix. Mis pequeños no se concebían lo que veían, me dijeron- mamá ¿Porqué no os quedamos a vivir aquí? Tanto les gustó que alguno podría ir a vivir ahí. Saludos cordiales