Aunque su origen es
romano la época más conocida es la dominación árabe. Fue conquistada por Fernando el Católico en su
camino hacia
Granada. Años después, durante la rebelión de los moriscos de la Alpujarra, tuvo que venir a sofocar personalmente los levantamientos de
Lanjarón debido a la ferocidad de sus defensores. Lanjarón goza de la característica esencial que define la imagen de los
pueblos alpujarreños: una
arquitectura singular en sus viviendas, perfectamente adaptadas a lo quebrado del terreno y al clima de la zona, que se ordenan en estrechas
calles donde perdura la memoria de su pasado morisco. Lanjarón es además, por su ubicación,
puerta occidental de La Alpujarra granadina y escalón natural entre la costa mediterránea y
Sierra Nevada. El municipio de Lanjarón se caracterza por la calidad de sus
aguas, y aquí se encuentra uno de los
balnearios más reconocidos de toda
España. Aunque desde muy antiguo son muy apreciadas sus aguas medicinales, fue en el siglo XIX cuando empezaron a cobrar especial renombre. En la actualidad, Lanjarón posee una de las más importantes empresas envasadoras de
agua de
Andalucía. La
artesanía popular alpujarreña es otro de los alicientes comerciales de Lanjarón, que, al igual que el resto de los municipios de la zona, es un lugar de visita obligado para los turistas.
No hay constancia de ocupación humana hasta el siglo XIII, cuando un grupo de colonizadores bereberes se asentaron aquí. Es posible que fuesen ellos quienes diesen el nombre al
pueblo, que seguramente es una castellanización de "Al-lancharon", "lugar de manantiales" en árabe.
Permanecería musulmán Lanjarón hasta la caída del Reino de Granada, en 1492, cuando pasó a manos cristianas, aunque se permitió permanecer aquí a sus originarios moradores. Precisamente ese sería el origen de los más turbulentos acontecimientos en la
historia de la localidad con motivo de la rebelión de los moriscos. Eran estos los antiguos musulmanes convertidos al cristianismo a la fuerza. Se rebelaron a finales de 1568, en un vano intento por recuperar sus antiguas
costumbres y religión.
A finales del siglo XIX sí que se registraron algunas convulsiones, pero esta vez por causas naturales, concretamente terremotos y epidemias de cólera que durante un tiempo asolaron la zona. Al fin entró el siglo XX pero con él no vino la industrialización, que no recaló en Lanjarón. Sólo en el último tercio de siglo el turismo dio algo de resoplido a este pueblo.