Recuerdo con nostalgia, aquellos dias de
aceituna, hacía mucho frio, pero la
juventud, suepera todo eso, ayudaba a mi padre a cargar los
mantos, varas y espuertas, y madrugabámos para ir al tajo, a veces bastante lejos. Era un bullicio de gente, patronos y aceituneros, tenian el punto de
reunión, casi siempre en el pilar de la higuera, para después, cada cual iba a su destino. Era un trabajo muy duro, pero al ir siempre en cuadrilla, nos animabámos mutuamente, y también habia una sana competencia,
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