Si una persona sana pasa, por ejemplo, tres
noches sin dormir, después no necesita hacerlo tres noches seguidas para recuperar el sueño perdido. Le bastaría dormir ocho horas para poner en orden su
reloj biológico y que el sueño cumpla sus cometidos fisiológicos.
Refranillo:
Amistades y Tejas, las mejores las más viejas.