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Según consta en el inventario de bienes de la Cartuja de Granada del S. XVI, se encontraban entre su patrimonio en 1575, el Cortijo de Santa María, situado entre los términos de Moclín y Alcalá la Real, compuesto por 160 fanegas de tierra de labor y 16 fanegas de monte. Este documento escrito atestigua que ya existía en esta época el citado Cortijo, por lo que es de suponer que el mismo y sus tierras colindantes, fueron propiedad de los moros de Granada anteriores a la Reconquista y tras ella, fue entregado como otras muchas tierras del lugar a la Iglesia en ese afán de los gobernantes cristianos de concentrar en grandes superficies las tierras de rozas y montes tan abundantes en esa zona de Limones. Así se fue estableciendo un sistema de arrendamiento nuevo consistente en que los inquilinos de los cortijos deberían ir roturando poco a poco las superficies, fomentándose la construcción de cortijos en las inmediaciones, muchas veces sobre alquerías todavía subsistentes.