Los musulmanes supieron aprovechar, con una finalidad defensiva, estructuras arquitectónicas ya existentes, además de crear otras de nueva construcción. Del mismo modo, formaron nuevas poblaciones y reestructuraron las antiguas con el objetivo de establecer nuevas formas de organización y de control interno del territorio.
Estas construcciones defensivas o Castillos evolucionaron desde la instauración del Califato, en el Siglo X, hasta el Siglo XIII, con el dominio de los almohades.
Estas construcciones defensivas o Castillos evolucionaron desde la instauración del Califato, en el Siglo X, hasta el Siglo XIII, con el dominio de los almohades.