En la antigua Roma las novias se cubrian el rostro con velos de color amarillo, por entonces, el color de la virginidad.
A lo largo de la Edad Média el color dejó de ser importante y lo básico comenzaron a ser las telas y los adornos hasta que, en el Siglo XVIII, el blanco volvió a ser el color indiscutible del traje nupcial... siempre con velo. Esta pieza siempre fué clave. Tanto que en el Siglo XI, la ceremónia nupcial llegó a llamarse "velambres" o acto de colocación del velo.
A lo largo de la Edad Média el color dejó de ser importante y lo básico comenzaron a ser las telas y los adornos hasta que, en el Siglo XVIII, el blanco volvió a ser el color indiscutible del traje nupcial... siempre con velo. Esta pieza siempre fué clave. Tanto que en el Siglo XI, la ceremónia nupcial llegó a llamarse "velambres" o acto de colocación del velo.