Los vasos individuales tal como los conocemos hoy, nacieron en el Siglo XVII. Hasta entonces, quienes querían saciar su sed, lo hacían en un vaso común que debían vaciar de un sólo trago.
Detrás de él, esperaba otra persona que, sin ningún escrúpulo, bebía del mismo vaso.
Detrás de él, esperaba otra persona que, sin ningún escrúpulo, bebía del mismo vaso.