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LIMONES: Amigo Santiago, esos tiempos no volveran, pero los...

En Limones no se siente ni una mosca, parece un Pueblo fantasma tanto ha disminuido la población de personal que ahora estables quedamos unas cincuenta y cinco personas, tambien han disminuido los animales que eran precisos y propios para la economía del Pueblo, los que ahora uno añora y echa en falta, aquel bullicio de los años 50-60, cuando te despertaba el relincho de un mulo, de una yegua, de una oveja que berreaba, de una cabra que esperaba el ordeño, el Gallo que cantaba al bajar del gallinero y muchos pajarillo, que ahora han desaparecido y no se porque.
Y despues voces que venían anunciandose cada uno a su manera empleando un tono diferente para así vender y cambiar sus productos, El primero era Julio con la cuerna para que sacaramos las cabras concejiles, despues el panadero, otras veces venía el Sillero, o el sombrillero, el lañaor, el capaor de marranos, el latero, el que compraba los pellejos de chotos y conejos, en que traía, botijos y pipos de La RAmbla, el de la arenilla para fregar los platos, el afilaor, el que pregonaba, azucar, clavos y canela, otro con miel de caldera, y que los niños ibamos tras de él y le decíamos: pa tí y pa tu aguela, el que venía cantando histórias tristes de crímenes y sucesos desgraciados, el que pregonaba los garbanzos tostaillos, el de las castañas, el Tio trapero, el regovero que cambiaba los platos, vasos y tazones por huevos, el lañaor, el que venía con la cal de blanqueo, y otros que seguro me he olvidao, todo esto se ha perdio y la verdad es que tenía su encanto, por eso lo recuerda uno con cariño; eran años dificiles, pero la verdad es que con muy poco nos conformabamos y a nuestra manera eramos felices. No es más rico el que más tiene sino, el que menos necesita.

Amigo Santiago, esos tiempos no volveran, pero los que los hemos vivido, tenemos unos preciosos recuerdos de aquella época. Muchos pueblos se ha quedado casi vacios, en los años sesenta la gente tuvo que emigrar, eran familias numerosa de siete u ocho hijos y ganarse el pan estaba complicado, salvo la aceituna y la siega, poco más había. Pero era bonito por ejemplo ir a feria de ganado y ver tantos animales y tan guapos, recuerdo que a veces iba con mi primo a ayudar al capador de marranos para sujetarlos y nos regalaba las criadillas, que buenas que estaban o sería el hambre. Lo bueno del pueblo era que todos se conocian y lo malo tambien, no podias hacer dos veces la misma trastada, porque te quedabas con el mote para toda la vida. Te acuerdas del tio que compraba los hierros viejos y te los cambiaba por una algarroba o una bolsica de anises, pues yo le cambie un azadón y dos hocinos y desde entonces me faltan dientes. SALUDOS CATALÁN