La villa de
Loja esconde infinidad de riquezas naturales propias de su situación geográfica. Entre ellas destacan la gran infinidad de manantiales y cursos de
agua subterráneos que discurren por su término municipal. Esta gran cantidad de agua le ha valido el calificativo de la ciudad del agua. Algunas de ellas van a parar a la denominada
fuente de los 25
caños o de la Mora, la de
Plaza de Arriba y la Fuente
Santa de
aguas, construida en el siglo XVI y llamada así por las propiedades benignas de sus aguas para la salud.