TENGO UN PUEBLO (J. M. Agudo Barbel)
Tengo un pueblo que tiene una fuente,
una plaza, una iglesia y un cerro,
un barrio llamado Triana
y una calle que se llama el Hierro.
La iglesia tiene una espadaña,
la espadaña un reloj y una campana
que despierta a los vecinos
a las siete la mañana.
Tiene también una calle
que se llama calle Ancha,
a su derecha, la del Chorrillo
y a su izquierda, la de la Parra.
La fuente tiene siete caños,
siete caños de agua
que brindan su pureza
a quien se acerca a probarla.
La plaza, monumental,
sede del ayuntamiento
y de la casa de Germán,
centro de recuerdo inmortal.
Por tener tiene una calle
que se llama calle El Aire,
y una calle Real,
calle de magia y arte.
También tiene su río
que tiene una Fuente Rica
donde todo el pueblo bebía
sus frescas aguas cristalinas.
No le falta un palacio
convertido en coso taurino
donde cada año torean
sueños con cara de niño.
Tiene una calle de la Iglesia
como todo pueblo que se precie,
y una calle Calaveras
cuyo nombre estremece.
Y la calle Los molinos,
remembranza de otros tiempos,
donde nació Antonio Agudo
poeta de canto eterno.
Y en fin, por tener tiene hasta
las Siete Esquinas de calle,
que tienen, desde la plaza el Horno,
la sonrisa de la calle el Aire.
Pero sobre todo tiene un sueño
que se cumple cada año,
cuando sus hijos, bajo la Bandera,
invocan a San Cayetano.
Tengo un pueblo que tiene una fuente,
una plaza, una iglesia y un cerro,
un barrio llamado Triana
y una calle que se llama el Hierro.
La iglesia tiene una espadaña,
la espadaña un reloj y una campana
que despierta a los vecinos
a las siete la mañana.
Tiene también una calle
que se llama calle Ancha,
a su derecha, la del Chorrillo
y a su izquierda, la de la Parra.
La fuente tiene siete caños,
siete caños de agua
que brindan su pureza
a quien se acerca a probarla.
La plaza, monumental,
sede del ayuntamiento
y de la casa de Germán,
centro de recuerdo inmortal.
Por tener tiene una calle
que se llama calle El Aire,
y una calle Real,
calle de magia y arte.
También tiene su río
que tiene una Fuente Rica
donde todo el pueblo bebía
sus frescas aguas cristalinas.
No le falta un palacio
convertido en coso taurino
donde cada año torean
sueños con cara de niño.
Tiene una calle de la Iglesia
como todo pueblo que se precie,
y una calle Calaveras
cuyo nombre estremece.
Y la calle Los molinos,
remembranza de otros tiempos,
donde nació Antonio Agudo
poeta de canto eterno.
Y en fin, por tener tiene hasta
las Siete Esquinas de calle,
que tienen, desde la plaza el Horno,
la sonrisa de la calle el Aire.
Pero sobre todo tiene un sueño
que se cumple cada año,
cuando sus hijos, bajo la Bandera,
invocan a San Cayetano.