LA ESPAÑA VACÍA... ANTES DE QUE SE LLENE (VI)
Pueblos en vía muerta: 12.600 días esperando el tren de Indiana Jones
La línea férrea Guadix-Almendricos (150 kms) cerró en 1984. Con ella se fueron las gentes, el comercio local, las oportunidades y también una forma de vida. "No pedimos alta velocidad, sino lenta"
Antonio Martínez, presidente de la Asociación Amigos del Ferrocarril de la Comarca de Baza, en el puente que hizo Eiffel en la pedanía de Baúl FOTOS: ALBERTO DI LOLLI
Antoñico no había visto enfadarse de verdad a un mayor hasta el 31 de diciembre de 1984.
Aquella tarde de fin de año, su abuelo Antonio fue a buscarle con gesto abatido para cumplir con lo prometido, caminaron de la mano en silencio hasta la estación de tren de Baza (Granada), observó cómo se fueron congregando los vecinos y entonces, por primera vez, vio lo que era un mayor enfadado de verdad.
«La gente se echó a las vías a arrancar las traviesas para protestar por el cierre de la vía. Estaban enfurecidos. Yo veía una mezcla de enfado y de tristeza. Algo que no había visto nunca. Tampoco en mi abuelo. El Gobierno había decidido que el 1 de enero ya no pasaría el tren por nuestro pueblo. Y todos fuimos allí. Recuerdo una frase que le dijo mi abuelo a alguien, mientras pasaba aquello delante de mí: 'Ha sido muy fácil cerrar el tren, pero va a ser imposible reabrirlo'. Y así fue». Aquel niño de 11 años llamado Antoñico hoy es Antonio Francisco Martínez, preside la Asociación Amigos del Ferrocarril de la Comarca de Baza y, cada semana sin falta, le envía una carta diferente al ministro de Fomento de turno pidiendo la vuelta del tren.
En la última le pregunta: « ¿Qué haría usted si le quitaran 12.600 días de vida?». Y contesta por él: «Pues usted haría lo que estamos haciendo. Pelear por nuestra vida. Porque en esta zona nos va la vida con el tren».
Se fue el tren. Se quedaron las estaciones vacías. Y, como pasa cuando cierras un grifo, todo lo que había alrededor se fue secando. El comercio local vinculado a la ropa y al calzado. Las explotaciones madereras vinculadas al pino. Las pequeñas explotaciones ganaderas y agrícolas que, gracias al ferrocarril convencional, podían sacar con facilidad la materia prima. Y, por irse de esta comarca, se fue hasta el hijo mayor de Antonio.
Fue en octubre. Álvaro tiene 19 años, dejó al padre con su tren fantasma y decidió irse nada más acabar el Bachillerato.
«Se fue a París. Me dijo que aquí no veía futuro. Ya le he dicho medio en broma: 'Tú eres una prueba de mi fracaso, que estoy luchando contra la despoblación en la zona y te me vas'».
Recorremos esa cicatriz metálica del altiplano granadino: aquellos 150 kilómetros de vía férrea que iban desde Guadix (Granada) hasta Almendricos (Murcia), serpenteando por una veintena de pueblos.
La línea ferroviaria que ya no existe tuvo su origen en 1897, cuando un consorcio inglés se inventó el trazado para explotar el hierro de la Sierra de Baza y, poco a poco, fue ampliando las miras. Se fueron los ingleses; quedó la vía.
Cuando el tren aullaba a lo lejos, la gente se afanaba. Algo venía. Algo se quedaría. Algo podía salir. Hasta que se hizo el silencio.
En 1981, Caniles tenía 6.422 vecinos y hoy tiene 4.060. Gorafe tenía 864 y hoy cuenta con 379. Zújar pasó de 5.733 a 2.597. Gor contaba con 1.641 habitantes y hoy tiene 736 censados... Y ya no suena la mítica Baldwin -que hoy es pieza museística en Guadix-, aquella locomotora que fue utilizada para rodar escenas de Indiana Jones, El doctor Zhivago o ciertos spaghetti westerns en los que Leone escupía por el colmillo.
«Los municipios que conservaron el tren tuvieron futuro y crecieron; los que no, empezaron a menguar. Luego nos dijeron que se iba el tren, pero que vendría la autovía. Y vino en el año 98. Pero el trazado que hacía el tren no lo hace ninguna carretera», cuenta Antonio. «Yo he estado en manifestaciones en Granada donde se gritaba contra el aislamiento ferroviario porque no había AVE: ' ¡Ya está bien/tres años sin tren!', decían. Y nosotros añadíamos: ' ¡Y Baza, 33!'... No pedimos tanto. No queremos alta velocidad, sino lenta. Las gentes de aquí pedimos que vuelva el tren convencional porque queremos oportunidades de desarrollo».
Existe una Proposición No de Ley del Parlamento Andaluz solicitando al Gobierno que vuelva a estar operativa la línea. En los Presupuestos Generales del Estado de 2018 hay una partida de 500.000 euros para el estudio informativo de su reapertura. Mientras tanto, crece la hierba.
Próxima estación: Baúl.
A menos de 100 metros del desvencijado edificio donde vivía el ferroviario, se yergue el puente de hierro que construyó Gustave Eiffel para salvar el río que rodea el pueblo. Tal era la importancia de este trazado.
Baúl es una pedanía de Baza que en otro tiempo llegó a tener en torno a mil habitantes. Hoy sólo tiene 133 censados.
Algunas novias posan con sus vestidos blancos para el álbum de bodas sobre estas vías. Si tienen hijos y nada cambia, se irán fuera.
, posando en la antigua vía de Baúl con la gorra del último jefe de estación de Baza.
Cada 31 de diciembre, Antoñico sigue volviendo a la antigua estación de tren de Baza para reclamar que vuelva. El fin de año de 2018 fueron más de un centenar, algunos de ellos con tractores haciendo ruido.
En cada protesta, Antoñico siempre se pone la gorra rojinegra del último jefe de aquella estación, que se llamaba Manuel Berruezo. Luego le cuenta al hijo que tiene en París.
La imagen es la de alguien esperando a su amor en la estación. Que es un tren que no viene. Igual que la Penélope de Serrat. Todos y cada uno de los años. Como pasa en Gor.
Vicenta Navarro nació aquí, tiene 91 años y es viuda del subalterno de Correos, que llevaba los paquetes de la estación al pueblo. «Sin el tren todo empezó a morirse».
Juanjo Frutos es militar, hijo de la anterior y lamenta el día en que cerraron trazados como éste, dice, «para financiar la Expo del 92, de la que ahora sólo quedan restos».
Y luego está Pepillo Jiménez, cartero jubilado de Gor, que cuenta que la gente del valle sabía la hora que era por el sonido del tren.- ¿Cómo era eso, Pepillo?-Cuando pasaba el correo de Granada, eran entre las doce y media y la una. Si pasaba el automotor de Valencia, eran entre las once y las once y media. Si pasaba el trenillo de los borrachos que iba de Baza a Guadix, es que eran las ocho...
Sonaba por todo el valle como un cuerno vikingo. Y las gentes de Gor y más allá sabían la hora que era. Que equivale a decir que controlaban el tiempo. Y que aquel tiempo era el suyo.
Pueblos en vía muerta: 12.600 días esperando el tren de Indiana Jones
La línea férrea Guadix-Almendricos (150 kms) cerró en 1984. Con ella se fueron las gentes, el comercio local, las oportunidades y también una forma de vida. "No pedimos alta velocidad, sino lenta"
Antonio Martínez, presidente de la Asociación Amigos del Ferrocarril de la Comarca de Baza, en el puente que hizo Eiffel en la pedanía de Baúl FOTOS: ALBERTO DI LOLLI
Antoñico no había visto enfadarse de verdad a un mayor hasta el 31 de diciembre de 1984.
Aquella tarde de fin de año, su abuelo Antonio fue a buscarle con gesto abatido para cumplir con lo prometido, caminaron de la mano en silencio hasta la estación de tren de Baza (Granada), observó cómo se fueron congregando los vecinos y entonces, por primera vez, vio lo que era un mayor enfadado de verdad.
«La gente se echó a las vías a arrancar las traviesas para protestar por el cierre de la vía. Estaban enfurecidos. Yo veía una mezcla de enfado y de tristeza. Algo que no había visto nunca. Tampoco en mi abuelo. El Gobierno había decidido que el 1 de enero ya no pasaría el tren por nuestro pueblo. Y todos fuimos allí. Recuerdo una frase que le dijo mi abuelo a alguien, mientras pasaba aquello delante de mí: 'Ha sido muy fácil cerrar el tren, pero va a ser imposible reabrirlo'. Y así fue». Aquel niño de 11 años llamado Antoñico hoy es Antonio Francisco Martínez, preside la Asociación Amigos del Ferrocarril de la Comarca de Baza y, cada semana sin falta, le envía una carta diferente al ministro de Fomento de turno pidiendo la vuelta del tren.
En la última le pregunta: « ¿Qué haría usted si le quitaran 12.600 días de vida?». Y contesta por él: «Pues usted haría lo que estamos haciendo. Pelear por nuestra vida. Porque en esta zona nos va la vida con el tren».
Se fue el tren. Se quedaron las estaciones vacías. Y, como pasa cuando cierras un grifo, todo lo que había alrededor se fue secando. El comercio local vinculado a la ropa y al calzado. Las explotaciones madereras vinculadas al pino. Las pequeñas explotaciones ganaderas y agrícolas que, gracias al ferrocarril convencional, podían sacar con facilidad la materia prima. Y, por irse de esta comarca, se fue hasta el hijo mayor de Antonio.
Fue en octubre. Álvaro tiene 19 años, dejó al padre con su tren fantasma y decidió irse nada más acabar el Bachillerato.
«Se fue a París. Me dijo que aquí no veía futuro. Ya le he dicho medio en broma: 'Tú eres una prueba de mi fracaso, que estoy luchando contra la despoblación en la zona y te me vas'».
Recorremos esa cicatriz metálica del altiplano granadino: aquellos 150 kilómetros de vía férrea que iban desde Guadix (Granada) hasta Almendricos (Murcia), serpenteando por una veintena de pueblos.
La línea ferroviaria que ya no existe tuvo su origen en 1897, cuando un consorcio inglés se inventó el trazado para explotar el hierro de la Sierra de Baza y, poco a poco, fue ampliando las miras. Se fueron los ingleses; quedó la vía.
Cuando el tren aullaba a lo lejos, la gente se afanaba. Algo venía. Algo se quedaría. Algo podía salir. Hasta que se hizo el silencio.
En 1981, Caniles tenía 6.422 vecinos y hoy tiene 4.060. Gorafe tenía 864 y hoy cuenta con 379. Zújar pasó de 5.733 a 2.597. Gor contaba con 1.641 habitantes y hoy tiene 736 censados... Y ya no suena la mítica Baldwin -que hoy es pieza museística en Guadix-, aquella locomotora que fue utilizada para rodar escenas de Indiana Jones, El doctor Zhivago o ciertos spaghetti westerns en los que Leone escupía por el colmillo.
«Los municipios que conservaron el tren tuvieron futuro y crecieron; los que no, empezaron a menguar. Luego nos dijeron que se iba el tren, pero que vendría la autovía. Y vino en el año 98. Pero el trazado que hacía el tren no lo hace ninguna carretera», cuenta Antonio. «Yo he estado en manifestaciones en Granada donde se gritaba contra el aislamiento ferroviario porque no había AVE: ' ¡Ya está bien/tres años sin tren!', decían. Y nosotros añadíamos: ' ¡Y Baza, 33!'... No pedimos tanto. No queremos alta velocidad, sino lenta. Las gentes de aquí pedimos que vuelva el tren convencional porque queremos oportunidades de desarrollo».
Existe una Proposición No de Ley del Parlamento Andaluz solicitando al Gobierno que vuelva a estar operativa la línea. En los Presupuestos Generales del Estado de 2018 hay una partida de 500.000 euros para el estudio informativo de su reapertura. Mientras tanto, crece la hierba.
Próxima estación: Baúl.
A menos de 100 metros del desvencijado edificio donde vivía el ferroviario, se yergue el puente de hierro que construyó Gustave Eiffel para salvar el río que rodea el pueblo. Tal era la importancia de este trazado.
Baúl es una pedanía de Baza que en otro tiempo llegó a tener en torno a mil habitantes. Hoy sólo tiene 133 censados.
Algunas novias posan con sus vestidos blancos para el álbum de bodas sobre estas vías. Si tienen hijos y nada cambia, se irán fuera.
, posando en la antigua vía de Baúl con la gorra del último jefe de estación de Baza.
Cada 31 de diciembre, Antoñico sigue volviendo a la antigua estación de tren de Baza para reclamar que vuelva. El fin de año de 2018 fueron más de un centenar, algunos de ellos con tractores haciendo ruido.
En cada protesta, Antoñico siempre se pone la gorra rojinegra del último jefe de aquella estación, que se llamaba Manuel Berruezo. Luego le cuenta al hijo que tiene en París.
La imagen es la de alguien esperando a su amor en la estación. Que es un tren que no viene. Igual que la Penélope de Serrat. Todos y cada uno de los años. Como pasa en Gor.
Vicenta Navarro nació aquí, tiene 91 años y es viuda del subalterno de Correos, que llevaba los paquetes de la estación al pueblo. «Sin el tren todo empezó a morirse».
Juanjo Frutos es militar, hijo de la anterior y lamenta el día en que cerraron trazados como éste, dice, «para financiar la Expo del 92, de la que ahora sólo quedan restos».
Y luego está Pepillo Jiménez, cartero jubilado de Gor, que cuenta que la gente del valle sabía la hora que era por el sonido del tren.- ¿Cómo era eso, Pepillo?-Cuando pasaba el correo de Granada, eran entre las doce y media y la una. Si pasaba el automotor de Valencia, eran entre las once y las once y media. Si pasaba el trenillo de los borrachos que iba de Baza a Guadix, es que eran las ocho...
Sonaba por todo el valle como un cuerno vikingo. Y las gentes de Gor y más allá sabían la hora que era. Que equivale a decir que controlaban el tiempo. Y que aquel tiempo era el suyo.