EL PASADO 18 DE JULIO SE CUMPLIERON 30 AÑOS DE LA DECLARACIÓN DE LA SIERRA DE BAZA COMO ESPACIO PROTEGIDO
Una efeméride que ha pasado totalmente desapercibida en el Parque Natural Sierra de Baza, sumido en un agónico proceso de olvido y apatía en su gestión
Construcciones que se están hundiendo y perdiendo de un modo irreversible, sin hacer nada para conservar este patrimonio cultural, llenan los rincones del Parque Natural Sierra de Baza.
Por Ley 2/1989 de 18 de julio, que aprobó el inventario de Espacios Naturales Protegidos y estableció las medidas para su protección, celebra su 30 aniversario. Gracias a ella se dio el primer paso para la creación de la que hoy es la Red de Espacios Naturales de Andalucía (RENPA), que se conforma por un total de 243 áreas protegidas bajo una o varias figuras de protección de ámbito autonómico, estatal y europeo así como figuras internacionales. Reservas y parajes naturales, parques periurbanos, zonas especiales de conservación o reservas de la biosfera, que entre otras, que llevaron a Andalucía a convertirse en la comunidad autónoma que más superficie protegida posee en el contexto nacional; así como a poseer uno de los mayores índices de biodiversidad y una de las mayores redes de equipamientos de uso público de Europa.
La gestión de estos territorios se quería hacer atendiendo de un modo especial a la consideración de la presencia humana, como parte central y modeladora del paisaje y la naturaleza se adelantó una década a los principios, hoy universalmente asumidos, del desarrollo sostenible.
El objetivo, por tanto, que se pretendía con estos espacios protegidos era promover un uso sostenible de los recursos, mediante el diálogo participativo, el intercambio de conocimiento, la reducción de la pobreza, la mejora del bienestar, el respeto a los valores culturales y la capacidad de adaptación de la sociedad ante los cambios. Objetivos que podemos asegurar no se han cumplidos en territorios protegidos como es nuestro caso del parque Natural Sierra de Baza, con una gestión opaca y poco participativa, en la que ha sido ignorada la población local y sus colectivos sociales, con unas Junta Rectora que no ha sido participativa, ni representativa de los intereses del territorio, tampoco ha sabido asumir el protagonismos que le correspondía como órgano de participación y control ciudadano de la gestión de este espacio protegido.
Una normativa rigorista y obsoleta,
Aun cuando se pretendía que el desarrollo de estos territorios fuera posible gracias a los instrumentos de planificación y ordenación (PORN y PRUG), los que se pretendía fueran “un marco legal estable para la gestión del patrimonio natural andaluz, desde un modelo de gestión integrada donde los modos tradicionales de aprovechamiento de los ecosistemas fueran también generadores de biodiversidad”, la realidad ha de mostrado que esta normativa ha sido rigorista, obsoleta y ha obstaculizado el efectivo desarrollo de estos territorios, impidiendo usos y prácticas tradicionales sin justificación de tipo alguno y, lo que es más, grave, sin voluntad decidida de cambiarla.
No ha contribuido al efectivo desarrollo social de este territorio y su zona de influencia
Aún cuando uno de los objetivos que se pretendía con este modelo de gestión de los recursos naturales, era el de “contribuir al desarrollo social, cultural y económico de las comunidades que se insertan en estos territorios, reduciendo la amenaza de la despoblación de las zonas rurales y potenciando la actividad”. Ahora –cuando han pasado 30 años- podemos constatar que no se han cumplido estos objetivos y en espacios protegidos como el Parque Natural Sierra de Baza no solo no ha contribuido a frenar la grave despoblación de los municipios de su entorno, sino que la declaración este territorio como espacio protegido ha sido un efectivo lastre para el desarrollo social y económico de este territorio, de lo que tiene una gran responsabilidad las personas encargadas de su gestión pública, que tienen sumido a este territorio en un agónico proceso de olvido y apatía en su gestión. De hecho ilustrativo de cuanto venimos comentando es que en la pasada primavera el principal responsable de este espacio protegido, su Director Conservador Rafael César Córdoba, fue nominando como Serrano Más Impopular del Año por nuestra asociación, Proyecto Sierra de Baza, por su falta de empatía e implicación en la gestión del Parque Natural Sierra de Baza, lo que ilustra de los malos momentos en que está pasando la Sierra de Baza en los últimos años, sin que parezca que haya voluntad política de tipo alguno para enderezar el rumbo de esta aciaga gestión.
Un mal aniversario, muchos incumplimientos y promesas olvidadas y un territorio que está pasando por unos malos momentos, sin perspectivas a corto plazo de que mejore, es el triste balance que hacemos de estos 30 años de gestión de la Sierra de Baza como espacio protegido.
Una efeméride que ha pasado totalmente desapercibida en el Parque Natural Sierra de Baza, sumido en un agónico proceso de olvido y apatía en su gestión
Construcciones que se están hundiendo y perdiendo de un modo irreversible, sin hacer nada para conservar este patrimonio cultural, llenan los rincones del Parque Natural Sierra de Baza.
Por Ley 2/1989 de 18 de julio, que aprobó el inventario de Espacios Naturales Protegidos y estableció las medidas para su protección, celebra su 30 aniversario. Gracias a ella se dio el primer paso para la creación de la que hoy es la Red de Espacios Naturales de Andalucía (RENPA), que se conforma por un total de 243 áreas protegidas bajo una o varias figuras de protección de ámbito autonómico, estatal y europeo así como figuras internacionales. Reservas y parajes naturales, parques periurbanos, zonas especiales de conservación o reservas de la biosfera, que entre otras, que llevaron a Andalucía a convertirse en la comunidad autónoma que más superficie protegida posee en el contexto nacional; así como a poseer uno de los mayores índices de biodiversidad y una de las mayores redes de equipamientos de uso público de Europa.
La gestión de estos territorios se quería hacer atendiendo de un modo especial a la consideración de la presencia humana, como parte central y modeladora del paisaje y la naturaleza se adelantó una década a los principios, hoy universalmente asumidos, del desarrollo sostenible.
El objetivo, por tanto, que se pretendía con estos espacios protegidos era promover un uso sostenible de los recursos, mediante el diálogo participativo, el intercambio de conocimiento, la reducción de la pobreza, la mejora del bienestar, el respeto a los valores culturales y la capacidad de adaptación de la sociedad ante los cambios. Objetivos que podemos asegurar no se han cumplidos en territorios protegidos como es nuestro caso del parque Natural Sierra de Baza, con una gestión opaca y poco participativa, en la que ha sido ignorada la población local y sus colectivos sociales, con unas Junta Rectora que no ha sido participativa, ni representativa de los intereses del territorio, tampoco ha sabido asumir el protagonismos que le correspondía como órgano de participación y control ciudadano de la gestión de este espacio protegido.
Una normativa rigorista y obsoleta,
Aun cuando se pretendía que el desarrollo de estos territorios fuera posible gracias a los instrumentos de planificación y ordenación (PORN y PRUG), los que se pretendía fueran “un marco legal estable para la gestión del patrimonio natural andaluz, desde un modelo de gestión integrada donde los modos tradicionales de aprovechamiento de los ecosistemas fueran también generadores de biodiversidad”, la realidad ha de mostrado que esta normativa ha sido rigorista, obsoleta y ha obstaculizado el efectivo desarrollo de estos territorios, impidiendo usos y prácticas tradicionales sin justificación de tipo alguno y, lo que es más, grave, sin voluntad decidida de cambiarla.
No ha contribuido al efectivo desarrollo social de este territorio y su zona de influencia
Aún cuando uno de los objetivos que se pretendía con este modelo de gestión de los recursos naturales, era el de “contribuir al desarrollo social, cultural y económico de las comunidades que se insertan en estos territorios, reduciendo la amenaza de la despoblación de las zonas rurales y potenciando la actividad”. Ahora –cuando han pasado 30 años- podemos constatar que no se han cumplido estos objetivos y en espacios protegidos como el Parque Natural Sierra de Baza no solo no ha contribuido a frenar la grave despoblación de los municipios de su entorno, sino que la declaración este territorio como espacio protegido ha sido un efectivo lastre para el desarrollo social y económico de este territorio, de lo que tiene una gran responsabilidad las personas encargadas de su gestión pública, que tienen sumido a este territorio en un agónico proceso de olvido y apatía en su gestión. De hecho ilustrativo de cuanto venimos comentando es que en la pasada primavera el principal responsable de este espacio protegido, su Director Conservador Rafael César Córdoba, fue nominando como Serrano Más Impopular del Año por nuestra asociación, Proyecto Sierra de Baza, por su falta de empatía e implicación en la gestión del Parque Natural Sierra de Baza, lo que ilustra de los malos momentos en que está pasando la Sierra de Baza en los últimos años, sin que parezca que haya voluntad política de tipo alguno para enderezar el rumbo de esta aciaga gestión.
Un mal aniversario, muchos incumplimientos y promesas olvidadas y un territorio que está pasando por unos malos momentos, sin perspectivas a corto plazo de que mejore, es el triste balance que hacemos de estos 30 años de gestión de la Sierra de Baza como espacio protegido.