El joven le preguntó al sabio:
-Maestro ¿Cómo se sabe si uno es realmente Feliz?
El sabio respondió:
- ¿Recuerdas cuando te enamoraste por primera vez de tu pareja?
¿Recuerdas cuando vino al mundo tu hij@?
¿Recuerdas lo dichoso que eras y tanto, que deseabas que todo el mundo fuera tan feliz como tú?
¿A que en esos momentos de máxima felicidad no deseabas el mal a nadie?
¿A que esto te hizo además ser generoso y no te importó nunca compartir tus bienes con los demás?
- (Alumno): Sí maestro, recuerdo esos momentos y los sigo sintiendo ahora, siento esa máxima felicidad.
- (Maestro): Pues esa es la verdadera Felicidad que aporta la propia vida.
Eres Feliz cuando sientes la vida en toda su medida, cuando tus actos son puros, cuando tus acciones no tienen ningún mal para tí ni para nadie, cuando deseas lo mejor para todos, compartiendo además tus bienes sin recelo y con sabiduría.
Un ser humano casi podría tener todas las riquezas materiales del universo (todas es imposible a no ser que viva solo y entonces sería máximamente infeliz) y ni juntandolas todas en un gran baúl le aportarían la felicidad:
si no siente el deseo del máximo bien para y por los demás,
si no es generoso en gran magnitud y tampoco comparte con sabiduría.
Esta es la ley de la vida: Desear lo mejor para los demás en la misma medida que para tí mismo y compartir lo mejor.
- Muchas gracias maestro
J. N.
-Maestro ¿Cómo se sabe si uno es realmente Feliz?
El sabio respondió:
- ¿Recuerdas cuando te enamoraste por primera vez de tu pareja?
¿Recuerdas cuando vino al mundo tu hij@?
¿Recuerdas lo dichoso que eras y tanto, que deseabas que todo el mundo fuera tan feliz como tú?
¿A que en esos momentos de máxima felicidad no deseabas el mal a nadie?
¿A que esto te hizo además ser generoso y no te importó nunca compartir tus bienes con los demás?
- (Alumno): Sí maestro, recuerdo esos momentos y los sigo sintiendo ahora, siento esa máxima felicidad.
- (Maestro): Pues esa es la verdadera Felicidad que aporta la propia vida.
Eres Feliz cuando sientes la vida en toda su medida, cuando tus actos son puros, cuando tus acciones no tienen ningún mal para tí ni para nadie, cuando deseas lo mejor para todos, compartiendo además tus bienes sin recelo y con sabiduría.
Un ser humano casi podría tener todas las riquezas materiales del universo (todas es imposible a no ser que viva solo y entonces sería máximamente infeliz) y ni juntandolas todas en un gran baúl le aportarían la felicidad:
si no siente el deseo del máximo bien para y por los demás,
si no es generoso en gran magnitud y tampoco comparte con sabiduría.
Esta es la ley de la vida: Desear lo mejor para los demás en la misma medida que para tí mismo y compartir lo mejor.
- Muchas gracias maestro
J. N.