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LOS BALCONES: Me ha gustado mucho la leyenda del "Pino de la Señora";...

LA LEYENDA DEL PINO DE LA SEÑORA, EN LA SIERRA DE BAZA
"Venga valientes, qué bien lo estáis haciendo. Un pequeño esfuerzo más que ya estamos llegando", Antonio se afanaba en animar, desde lo alto de un risco, al grupo de familia y amistades, mayores y niños/as, que realizaba una ruta por la sierra de Baza en aquella soleada mañana dominical de inicios del otoño.
Habían dejado los coches en los alrededores de la Venta Vicario, junto a un viejo puente de la antigua carretera nacional 342, y desde allí iniciaron el ascenso por la orilla del Arroyo del Baúl. Pasaron bajo la Cueva Saldaña, habitada desde la época neolítica, también por zonas de juncos y barro, hasta llegar a la Fábrica de Pardo, antigua fundición del siglo XIX (abandonada desde hace décadas) donde se obtenía plomo y azogue de los minerales extraídos en la propia sierra. A continuación acometieron la subida del barranco de la Fonfría. La maravilla de los paisajes rojizos y ocres que coloreaban el bosque caducifolio que atravesaron, no se puede explicar con palabras, tan solo se puede disfrutar viéndolo.
"Voila, mes amis, ya hemos llegado", dijo exultante Antonio, "Levantad la cabeza y mirad hacia arriba". Ante el grupo se elevaba majestuoso un pino laricio de casi cuatro siglos de antigüedad, ostensiblemente inclinado, con una gran hendidura quemada en el lateral y con unos 17 metros de altura: el Pino de la Señora.
Si bonita, aunque cansada, fue la caminata, no lo fue menos el momento de sentarse alrededor del pino y empezar a degustar los ricos manjares preparados para el evento, desde tortilla de patatas y empanadas, hasta jamón y embutidos de la zona, sin olvidar el vino (bebido a dedales) cervezas y refrescos varios.
"Anda tocayo, cuéntanos una leyenda de las tuyas"
"Pues precisamente tengo una que tiene que ver con este árbol, LA LEYENDA DEL PINO DE LA SEÑORA EN LA SIERRA DE BAZA: cuentan las crónicas que a finales del siglo XVIII hubo un repartimiento de tierras en la sierra, en el que unos terrenos de la Fonfría fueron adjudicados a la familia de Íñigo, Leonor y sus cuatro hijos. Con ellos vivía una tía de él, viuda sin hijos y sin familiares vivos a excepción de Íñigo, con un carácter tan altivo y arisco que era conocida en la zona como "la Señora". La vida era muy dura para la familia, intentando poner en condiciones el cortijo donde habitaban y hacer productivas las tierras de los alrededores. Mucho trabajo y poco dinero.
"Íñigo, pídele dinero a tu tía, que vive a nuestro cargo pero jamás ayuda en los gastos de la casa", le decía Leonor un día tras otro, "Además, me han dicho que ella va presumiendo por el pueblo de tener un tesoro que le trajo su difunto esposo cuando estuvo en las Américas, y que se llevará a la tumba"
"Eso no son más que habladurías mujer", zanjaba él la conversación, "Deja a la pobre tía que acabe de la forma más tranquila los días que le queden por vivir"
Pero Leonor no olvidaba el tema, sino que le registraba su habitación cuando la tía no estaba en el cortijo, o la seguía o mandaba a sus hijos a que lo hicieran, pero jamás descubrieron nada. Cuando la tía contrajo unas fiebres muy altas, Íñigo paso día y noche junto a su cama, cuidándola, aunque finalmente ella falleció. Todos lloraron con lágrimas sinceras porque, a pesar del carácter de "la Señora", su presencia se había hecho notar en la familia. La mañana tras el entierro, Íñigo se despertó soliviantado. "Esta noche se me ha aparecido la tía en sueños y me ha pedido que plantemos un pino en un claro del bosque", le dijo a su mujer, " ¿Qué hacemos?". "Pues yo creo que hay que cumplir su encargo", dijo ella, "Esos sueños suelen ser signo de buenaventura". Dicho y hecho, cogieron un esqueje de un pino grandón junto al cortijo, unas azadas y un cubo de agua, y marcharon hasta el lugar descrito en el sueño. "Tres pasos al oeste, cinco pasos al norte,... este es el lugar concreto". Empezaron a cavar con viveza y al poco las azadas tropezaron con algo metálico. Lo desenterraron del todo y, ante su estupor, encontraron un cofre lleno de monedas de oro con símbolos extraños, collares y piedras preciosas de todos los colores. Al final resultó que sí, que el marido de la tía trajo un tesoro de las Américas. Y cuenta la leyenda que la familia cumplió el encargo de plantar el árbol, este Pino de la Señora que tenemos hoy aquí, pero que dejó entre sus raíces un colgante de oro con forma de tortuga marina, que es el símbolo maya de la longevidad y de la buena suerte. Y puede que por ello el pino esté durando tanto tiempo"
Los aplausos acompañaron el final del relato. Entre bocados, tragos y las reacciones a la leyenda, fue transcurriendo la sobremesa. Lo que ocurrió tras la comida y el posterior descenso hasta el punto de partida, es algo tan asombroso que será objeto de una próxima ocasión.
@"La Leyenda del Pino de la Señora en la Sierra de Baza" es una relato inédito original de Antonio Fco. Martínez López

Me ha gustado mucho la leyenda del "Pino de la Señora"; he ido muchas veces a verlo y tengo fotos y vídeos de él, porque le tengo mucho cariño a toda aquella zona pues pasé grandes temporadas de mi niñez en el Baúl, pero hasta ahora no conocía esta leyenda, y estoy seguro que mucha gente de aquella zona no la conocerá.
Muchas gracias por compartir esta bonita leyenda.
Saludos.