El pintor inglés vino a Granada de visita y se quedó casi 16 años. Aquí maduró como artista, aprendió a plasmar los colores que le ofrecía la ciudad, se casó con una granadina, tuvo dos hijos y se compró un carmen justo al lado de la plaza de San Nicolás, que ahora ha sido remodelado y puesto en alquiler por una empresa granadina que se dedica a estos menesteres. Del pintor queda su imborrable recuerdo y una estatuilla que le hizo en 1944 Mariano Benlliure y que está puesta en una pequeña plaza (La Gloria) en una calle que sube al Albaicín. La donó a la ciudad en 2007 la familia del pintor. Allí está el artista inglés con su paleta y pincel en la mano, rodeado de una reja artística con la intención de persuadir a los ladrones de placas, pues en dos ocasiones han sido sustraídas las cartelas en las que estaba el nombre del pintor, una de ellas con el nombre mal puesto. Ahora la inscripción es de piedra. También, si alguien va a la pastelería López Mezquita y pide un 'apperley', le darán un pastel en forma de paleta de pintor. Esto tiene su historia. Resulta que George Apperley era asiduo visitante de López-Mezquita. Un día de 1925 y, para evitar confusiones a la hora de hacerse con algunos dulces, mandó a su criada a comprar con una pintura que mostraba el aspecto que tenían y donde ponía "6 pastelicos de estos". Desde entonces el dibujo permanece en la pastelería y dichos dulces tomaron el nombre del artista.