ARTA DE UNA MADRE"
Hola hijo, te escribo para proponerte un trato, lo he pensado mucho y nos convendría a los dos, pero no te voy a obligar a que lo aceptes, pero déjame explicarte de que trata:
No te pongas triste, pero todos algún día vamos a dejar este cuerpo, algunos antes, otros después, pero a todos nos llegará la hora, estoy segura que ese día tú estarás muy triste, ya te veo con tu traje negro, viajando y llegando de otro lugar, para despedirte, con una corona de rosas, o tal vez un ramo de girasoles.
Me llorarás, y así sucesivamente, trataràs de cumplir todo los protocolos, de un fallecimiento.
¡Bueno... Aquí va mi trato…!
¿Qué te parece si en ves de llevarme rosas cuando muera, me lo envías ahora? Al fin y al cabo ya muerta, que más da, ni voy a ver lo bellas que son y menos a sentir su aroma?
¿Qué te parece si ese día, que de seguro todos tomarán café en mi velorio, mejor vienes ahora, y nos tomamos ese café, de seguro que va estar más rico de los que prepararán ese día.
Tú sabes que yo tengo mi secreto para el café y lo acompañamos, con esos panecillos que tanto te gustan.
¿Qué te parece si en vez de venir a mi velorio de traje negro elegante, vienes hoy con un traje de cualquier color y nos vamos a comer algún restaurante muy bonito.
¡No te preocupes yo pago!
Me imagino que ese día vendrás con tu pareja y tus hijos si ya lo tuvieras, y todos estarán con la cara triste.
¿Y si lo cambiamos porque vengas ahora y cocino algo rico, para tu pareja y tus hijos, y miramos películas como cuando eras niño o salimos a pasear todos juntos, y comemos helados, tú sabes que me encantan.
¿Qué te parece si en vez de viajar desesperado por llegar a mi velorio, mejor vienes ahora y me disfrutas mucho, ahora que estoy viva.
Muerta para qué, ni vamos a poder conversar, te podría platicar tantas cosas, pero tú siempre vives contra el tiempo.
¿Qué te parece si te das una pausa y charlamos?
Dime hijo... ¿Qué te parece mi trato?
Te lo cambio por el día de mi muerte.
Ese día no vengas, por favor... ¡No vengas!
¡Ven hoy y así disfrutamos los dos! Porque de viva lo podré gozar, de muerta, ya no estaré ahí.
¡Y de seguro querías hacer un velorio bonito! ¿Pero para quién lo harás?
Si yo ya no estaré más.
Perdón que te escriba, pero te extraño.
Tú eres más inteligente que esos hijos que lloran a su madre cuando están muertas, y gritan al cielo, Porque Dios se la llevó.
Culpan a Dios por su partida, pero nunca supieron agradecer los días que Dios les dio, para disfrutarla.
Algunos se arrepienten de no haberlas besado en vida, pero de muerta qurrràn hacerlo.
Hijo, ven y lléname de besos, yo no te las voy a rechazar... ¡Jamás!
Cuando era jovencita me emocionaba cuando un muchachito, me traía rosas, chocolates y esos peluchitos hermosos, cuando me cantaban para conquistarme, hasta se hacían poetas y me escribían cosas muy bonitas.
¿Sabes? Yo sigo siendo mujer y aún me emociono con esas cosas, y te juro que una rosa tuya, vale más que todas las rosas que me han regalado en toda... ¡Toda mi vida!
Aún me emociono cuando me regalan un arreglo floral, un peluchito o me traen chocolates, pero hace tiempo, nadie me trae nada.
Tu hermana si me envía flores, por mensajería y otros obsequios con una tarjetita de muy buenos deseos. Lo hace en eventos especiales y lo agradezco muchísimo. ¡Pero, no la veo!
¡Si supieras que con un detallito me harías la mujer más feliz del mundo!
Porque sí, los hijos también tienen que ser detallistas con sus padres.
Ya me entenderás cuando tengas hijos, y sabrás que una rosa, vale más que todas, las que te han dado en tu vida.
Bueno hijo, ya no te aburro más, solo quería cambiar el día de mi muerte, con el día de mi vida, para disfrutarte, para que tus lágrimas sean de alegría.
Bésame tanto, que cuando me toque partir, ya no te queden besos para darme.
Disfrútame tanto, para que cuando me vaya, no te estés arrepintiendo de por qué no pasaste más tiempo conmigo.
Tengo muchos consejos qué decirte, no dejes que me los lleve a la tumba…!
Bueno hijo... ¿Què dices?
¿Firmas el trato?
Tu madre que te adora.
PD: Me gustan los girasoles, y las rosas rojas. Te amo...
Hola hijo, te escribo para proponerte un trato, lo he pensado mucho y nos convendría a los dos, pero no te voy a obligar a que lo aceptes, pero déjame explicarte de que trata:
No te pongas triste, pero todos algún día vamos a dejar este cuerpo, algunos antes, otros después, pero a todos nos llegará la hora, estoy segura que ese día tú estarás muy triste, ya te veo con tu traje negro, viajando y llegando de otro lugar, para despedirte, con una corona de rosas, o tal vez un ramo de girasoles.
Me llorarás, y así sucesivamente, trataràs de cumplir todo los protocolos, de un fallecimiento.
¡Bueno... Aquí va mi trato…!
¿Qué te parece si en ves de llevarme rosas cuando muera, me lo envías ahora? Al fin y al cabo ya muerta, que más da, ni voy a ver lo bellas que son y menos a sentir su aroma?
¿Qué te parece si ese día, que de seguro todos tomarán café en mi velorio, mejor vienes ahora, y nos tomamos ese café, de seguro que va estar más rico de los que prepararán ese día.
Tú sabes que yo tengo mi secreto para el café y lo acompañamos, con esos panecillos que tanto te gustan.
¿Qué te parece si en vez de venir a mi velorio de traje negro elegante, vienes hoy con un traje de cualquier color y nos vamos a comer algún restaurante muy bonito.
¡No te preocupes yo pago!
Me imagino que ese día vendrás con tu pareja y tus hijos si ya lo tuvieras, y todos estarán con la cara triste.
¿Y si lo cambiamos porque vengas ahora y cocino algo rico, para tu pareja y tus hijos, y miramos películas como cuando eras niño o salimos a pasear todos juntos, y comemos helados, tú sabes que me encantan.
¿Qué te parece si en vez de viajar desesperado por llegar a mi velorio, mejor vienes ahora y me disfrutas mucho, ahora que estoy viva.
Muerta para qué, ni vamos a poder conversar, te podría platicar tantas cosas, pero tú siempre vives contra el tiempo.
¿Qué te parece si te das una pausa y charlamos?
Dime hijo... ¿Qué te parece mi trato?
Te lo cambio por el día de mi muerte.
Ese día no vengas, por favor... ¡No vengas!
¡Ven hoy y así disfrutamos los dos! Porque de viva lo podré gozar, de muerta, ya no estaré ahí.
¡Y de seguro querías hacer un velorio bonito! ¿Pero para quién lo harás?
Si yo ya no estaré más.
Perdón que te escriba, pero te extraño.
Tú eres más inteligente que esos hijos que lloran a su madre cuando están muertas, y gritan al cielo, Porque Dios se la llevó.
Culpan a Dios por su partida, pero nunca supieron agradecer los días que Dios les dio, para disfrutarla.
Algunos se arrepienten de no haberlas besado en vida, pero de muerta qurrràn hacerlo.
Hijo, ven y lléname de besos, yo no te las voy a rechazar... ¡Jamás!
Cuando era jovencita me emocionaba cuando un muchachito, me traía rosas, chocolates y esos peluchitos hermosos, cuando me cantaban para conquistarme, hasta se hacían poetas y me escribían cosas muy bonitas.
¿Sabes? Yo sigo siendo mujer y aún me emociono con esas cosas, y te juro que una rosa tuya, vale más que todas las rosas que me han regalado en toda... ¡Toda mi vida!
Aún me emociono cuando me regalan un arreglo floral, un peluchito o me traen chocolates, pero hace tiempo, nadie me trae nada.
Tu hermana si me envía flores, por mensajería y otros obsequios con una tarjetita de muy buenos deseos. Lo hace en eventos especiales y lo agradezco muchísimo. ¡Pero, no la veo!
¡Si supieras que con un detallito me harías la mujer más feliz del mundo!
Porque sí, los hijos también tienen que ser detallistas con sus padres.
Ya me entenderás cuando tengas hijos, y sabrás que una rosa, vale más que todas, las que te han dado en tu vida.
Bueno hijo, ya no te aburro más, solo quería cambiar el día de mi muerte, con el día de mi vida, para disfrutarte, para que tus lágrimas sean de alegría.
Bésame tanto, que cuando me toque partir, ya no te queden besos para darme.
Disfrútame tanto, para que cuando me vaya, no te estés arrepintiendo de por qué no pasaste más tiempo conmigo.
Tengo muchos consejos qué decirte, no dejes que me los lleve a la tumba…!
Bueno hijo... ¿Què dices?
¿Firmas el trato?
Tu madre que te adora.
PD: Me gustan los girasoles, y las rosas rojas. Te amo...