LOS BALCONES: Cuando yo era niño y la tecnología moderna aún no había...

Cuando yo era niño y la tecnología moderna aún no había transformado las labores agrícolas, la limpieza del trigo era un proceso manual que requería habilidad y conocimiento del entorno. En una era de Gerindote, la del Mellao, por ejemplo, los campesinos realizaban el arduo trabajo de separar el grano de la paja mediante un método ingenioso y sencillo que aprovechaba la fuerza de la naturaleza: el viento.
Después de la cosecha, las gavillas de trigo se llevaban a la era. Allí, con paciencia y destreza, se procedía a trillar el trigo, utilizando trillos tirados por animales, para separar los granos de las espigas. Una vez completada la trilla, quedaba una mezcla de granos y paja que debía ser limpiada.
El método tradicional de limpieza consistía en lanzar esta mezcla al aire con una pala. Era un momento crítico y se necesitaba un viento favorable, ni demasiado fuerte ni demasiado débil. Con movimientos precisos y rítmicos —mi padre era un especialista—, el agricultor alzaba la pala llena de la mezcla y la arrojaba hacia arriba. El viento se encargaba del resto: la paja ligera y otros restos vegetales eran llevados por la brisa a cierta distancia, mientras que los granos más pesados caían de nuevo a la era, formando montones limpios de trigo.
Este proceso, conocido en Gerindote como “la limpia”, requería experiencia para saber aprovechar al máximo las corrientes de aire. Se trabajaba en la madrugada o al atardecer, cuando los vientos eran más estables y constantes. Los hombres y mujeres de campo sabían interpretar las señales del tiempo, observando la dirección y la fuerza del viento, ajustando su trabajo según las condiciones climáticas.
Cada lanzamiento de pala era una danza con el viento, una coreografía rústica que reflejaba la armonía entre el hombre y la naturaleza. El sonido del viento arrastrando la paja y el sordo golpear de los granos al caer creaban una sinfonía que acompañaba el ritmo del trabajo.
Al final del día, después de varias horas de esfuerzo, el resultado era gratificante: montones de trigo limpio, listos para ser almacenados y utilizados. Este método ancestral, aunque laborioso, era eficaz y demostraba el ingenio y la adaptación del ser humano a su entorno. Ver menos