Los Reyes Católicos, mandaron construir en el
Castillo, una
iglesia, tal como venía siendo
costumbre, en ellos, al conquistar alguna fortaleza mora. Se terminaron las obras en el año 1507.
En el año 1541, con la liberación de los fondos de
fábrica y el desarrollo económico de la zona debió pensarse en renovarla y ampliarla. Para ello fue llamado Diego de Siloé, quién con la ayuda del alarife Francisco Hernández, elaboraron una primera traza que nada tiene que ver con la actual ya que el proyecto fue rechazado por los vecinos, a los que no gustó.
En 1549, acudió de nuevo Siloé, con un proyecto remozado que es el que dio lugar al
edificio que se mantiene en la actualidad. Este presenta una planta rectangular, de una nave y dos
capillas laterales,
torre y
capilla bautismal. Remontándose a la época de su construcción, nos encontramos con un
Montefrío de unos 5.000 habitantes y con un gran desarrollo agrícola y ganadero. Por ello, la mendicante Orden de los Franciscanos, se instaló en el lugar, donde había gentes de la nobleza y con dinero suficiente para dar cuantiosas limosnas, fundando un hospicio que ellos mismos regentaban.
Esta Orden encontró en don Juan de Vílchez Entrena Pasadas Valenzuela, capitán del
Ejército Real y familiar del
Santo Oficio de la Inquisición así como en su esposa doña Isabel Ramírez de Texada y del
Arco Valenzuela unos magníficos benefactores que donaron el dinero suficiente para la construcción de un templo, que completaría el
convento que estos frailes comenzaron a construir a extramuros de la población en el llamado Cerro del
Calvario.