LO QUE ES NECESARIO SABER SOBRE LA TRANSMISIÓN DE LA
GRIPE VÍRICA Y DEL CATARRO.
Acabo de ver, en la sala de espera de un médico, unos carteles que dan consejos para la
prevención del catarro y de la gripe, “tiren el pañuelo a la basura y lávense las manos”, ¡qué bien!,
sobre todo para evitar la transmisión de la gastroenteritis. Sin embargo, si puedo permitírmelo,
me atrevo a afirmar que es insuficiente para la gripe y el catarro. Para prevenir estas
enfermedades Es necesario llevar una mascarilla durante el período de contagio (3 días máximo)
porque esos virus se transmiten por las gotitas de saliva.
En efecto, si me lo permites, querría aportar algunas precisiones. Soy enfermera
anestesista y hace más de 20 años que lucho contra esa plaga. La palabra “plaga” no es
demasiado fuerte ya que, bajo apariencias benignas para algunas personas, estos virus
pueden provocar la muerte a otras personas más frágiles y vulnerables.
Para una persona sana, y en el mejor de los casos, los síntomas son molestos: dificultad
para respirar, dolor de cabeza, menor concentración y eficacia en el trabajo, en los
exámenes o en los viajes, etc. Pero esta persona va a contaminar a tres, cuatro o diez
personas que pueden tener complicaciones como otitis, bronquitis, sinusitis, y que van a
necesitar consulta médica, medicamentos bastante caros, baja laboral, incluso una
intervención quirúrgica si la sinusitis se convierte en crónica. Son pequeños gastos que,
multiplicados sin límites, se vuelven importantes para la Seguridad Social. Esto es
todavía más grave cuando la persona contaminada es un lactante ya que puede
desarrollar una bronquiolitis, lo que conlleva los cuidados de un kinesiterapeuta, la baja
laboral para su madre y, en algunos casos, la muerte para el bebé. Muchas personas
ancianas o con bronquitis crónica -u otras patologías repiratorias- también
pueden morir.
Todo esto llega a ser de una gravedad extrema en un medio hospitalario y, sobre todo,
quirúrgico. Porque, además de todo lo que acabamos de exponer anteriormente, es
necesario insistir en la vulnerabilidad de un enfermo que va a someterse a una
operación. A menudo, éste es portador de diversas patologías, está angustiado, duerme
mal y por ello le bajan las defensas. Está tumbado en la cama y hay muchas personas
que se le van a aproximar (es, por tanto, un blanco ideal y fácil para los perdigones de
saliva). Si, entre esas personas, hay alguna contagiada, le va a transmitir el virus.
Después, ese paciente entra en la sala de operaciones donde hace un frío de perros; allí
lo desnudan, lo llenan de desinfectante y le ponen respiración asistida. Es decir, todo lo
necesario para que el virus se desarrolle alegremente y sin trabas. En el post-operatorio,
el enfermo va a tener alguna complicación –sinusitis, bronquitis-. Al toser, se le van a
desgarrar los puntos y lo tendrán que operar de nuevo. La bronco-neumopatía es la
complicación más grave y también la mayor causa de mortalidad en el post-operatorio.
Y eso sin contar todos los gastos suplementarios e inútiles para la Seguridad Social.
Yo comparto esta opinión, “TODO ESTO ES ESCANDALOSO”, sobre todo cuando
se puede evitar perfectamente.
Contrariamente a lo que las personas piensan, el catarro no es un enfriamiento. Podemos
acatarrarnos en el trópico o en pleno mes de agosto. Pregúntele a un campesino y él les
dirá que, para que el trigo crezca, es necesario sembrarlo, que incluso si la tierra es
buena y el tiempo ideal, si no se ha sembrado el grano, no crece nada. El virus no vive
en el aire, pasa de una persona a otra por vía respiratoria DIRECTA. Cuando la persona
enferma respira, habla, tose o estornuda, expulsa gotitas de saliva llenas de colonias de
virus. Ese chorro espiratorio va a salir con una fuerza determinada y va a describir una
línea curva, primero un poco horizontal, de 0’50 a 1’50 metros máximo; luego va a ser
atraído hacia el suelo. Para contaminarse, hace falta encontrarse en esa trayectoria y
respirar, inhalar las gotitas de saliva que han salido del cuerpo de la persona infectada.
¿Cómo evitar el contagio? Es muy fácil: basta que la persona acatarrada o con gripe se
ponga una mascarilla delante de los orificios de salida de los “proyectiles”: la boca y la
nariz (como los japoneses, que en este aspecto son más limpios y civilizados que
nosotros). Sí, los virus son más pequeños que los poros de la mascarilla, pero, como ya
les expliqué, salen por colonias enteras en sus platillos volantes o gotitas de saliva. Esas
gotas son grandes y,, perceptibles a simple vista. Entonces quedan atrapadas en
la rejilla de la mascarilla con todos sus viajeros.
Una persona contaminada se convierte en contagiosa a partir de la aparición de los
primeros síntomas (exactamente, 48 horas después) y continúa siéndolo durante dos o
tres días. ¿Piensas que es un esfuerzo insuperable llevar una mascarilla durante tres
días? Más aún, si todo el mundo respeta esta norma, se disminuirían las
ocasiones de contaminarse y…, de esta forma, muchas personas estarían protegidas.
El personal de los hospitales, igual que el resto de personas que tienen contacto con el
público –los restaurantes, los auto-servicios, etc…- debería llevar la mascarilla
obligatoriamente si son portadores del virus. Los médicos y las enfermeras conocen
bien los riesgos para los pacientes; sin embargo, no se ponen siempre la mascarilla.
Considero esto como un crimen potencial. Los pacientes vienen a curarse, no a
contaminarse. Nuestro deber es protegerlos. Así que, créeme, cuando veo a un colega
acatarrado, le recuerdo que debe llevar la mascarilla, pero casi nunca me hace caso.
Entonces, protéjete: exije a las personas que te rodean y también a tus compañeros de
trabajo, en los hospitales, en los restaurantes,… que se pongan una mascarilla o que se
alejen. Y, en lo que te concierne, si tienes los síntomas del catarro o de la gripe, o
te duele la garganta, tienes mocos, tos, estornudos,…, proteje a los tuyos (lactantes,
niños, familia, colegas y a todos los demás).
iii Utilizar una mascarilla es fácil pero eficaz!
GRIPE VÍRICA Y DEL CATARRO.
Acabo de ver, en la sala de espera de un médico, unos carteles que dan consejos para la
prevención del catarro y de la gripe, “tiren el pañuelo a la basura y lávense las manos”, ¡qué bien!,
sobre todo para evitar la transmisión de la gastroenteritis. Sin embargo, si puedo permitírmelo,
me atrevo a afirmar que es insuficiente para la gripe y el catarro. Para prevenir estas
enfermedades Es necesario llevar una mascarilla durante el período de contagio (3 días máximo)
porque esos virus se transmiten por las gotitas de saliva.
En efecto, si me lo permites, querría aportar algunas precisiones. Soy enfermera
anestesista y hace más de 20 años que lucho contra esa plaga. La palabra “plaga” no es
demasiado fuerte ya que, bajo apariencias benignas para algunas personas, estos virus
pueden provocar la muerte a otras personas más frágiles y vulnerables.
Para una persona sana, y en el mejor de los casos, los síntomas son molestos: dificultad
para respirar, dolor de cabeza, menor concentración y eficacia en el trabajo, en los
exámenes o en los viajes, etc. Pero esta persona va a contaminar a tres, cuatro o diez
personas que pueden tener complicaciones como otitis, bronquitis, sinusitis, y que van a
necesitar consulta médica, medicamentos bastante caros, baja laboral, incluso una
intervención quirúrgica si la sinusitis se convierte en crónica. Son pequeños gastos que,
multiplicados sin límites, se vuelven importantes para la Seguridad Social. Esto es
todavía más grave cuando la persona contaminada es un lactante ya que puede
desarrollar una bronquiolitis, lo que conlleva los cuidados de un kinesiterapeuta, la baja
laboral para su madre y, en algunos casos, la muerte para el bebé. Muchas personas
ancianas o con bronquitis crónica -u otras patologías repiratorias- también
pueden morir.
Todo esto llega a ser de una gravedad extrema en un medio hospitalario y, sobre todo,
quirúrgico. Porque, además de todo lo que acabamos de exponer anteriormente, es
necesario insistir en la vulnerabilidad de un enfermo que va a someterse a una
operación. A menudo, éste es portador de diversas patologías, está angustiado, duerme
mal y por ello le bajan las defensas. Está tumbado en la cama y hay muchas personas
que se le van a aproximar (es, por tanto, un blanco ideal y fácil para los perdigones de
saliva). Si, entre esas personas, hay alguna contagiada, le va a transmitir el virus.
Después, ese paciente entra en la sala de operaciones donde hace un frío de perros; allí
lo desnudan, lo llenan de desinfectante y le ponen respiración asistida. Es decir, todo lo
necesario para que el virus se desarrolle alegremente y sin trabas. En el post-operatorio,
el enfermo va a tener alguna complicación –sinusitis, bronquitis-. Al toser, se le van a
desgarrar los puntos y lo tendrán que operar de nuevo. La bronco-neumopatía es la
complicación más grave y también la mayor causa de mortalidad en el post-operatorio.
Y eso sin contar todos los gastos suplementarios e inútiles para la Seguridad Social.
Yo comparto esta opinión, “TODO ESTO ES ESCANDALOSO”, sobre todo cuando
se puede evitar perfectamente.
Contrariamente a lo que las personas piensan, el catarro no es un enfriamiento. Podemos
acatarrarnos en el trópico o en pleno mes de agosto. Pregúntele a un campesino y él les
dirá que, para que el trigo crezca, es necesario sembrarlo, que incluso si la tierra es
buena y el tiempo ideal, si no se ha sembrado el grano, no crece nada. El virus no vive
en el aire, pasa de una persona a otra por vía respiratoria DIRECTA. Cuando la persona
enferma respira, habla, tose o estornuda, expulsa gotitas de saliva llenas de colonias de
virus. Ese chorro espiratorio va a salir con una fuerza determinada y va a describir una
línea curva, primero un poco horizontal, de 0’50 a 1’50 metros máximo; luego va a ser
atraído hacia el suelo. Para contaminarse, hace falta encontrarse en esa trayectoria y
respirar, inhalar las gotitas de saliva que han salido del cuerpo de la persona infectada.
¿Cómo evitar el contagio? Es muy fácil: basta que la persona acatarrada o con gripe se
ponga una mascarilla delante de los orificios de salida de los “proyectiles”: la boca y la
nariz (como los japoneses, que en este aspecto son más limpios y civilizados que
nosotros). Sí, los virus son más pequeños que los poros de la mascarilla, pero, como ya
les expliqué, salen por colonias enteras en sus platillos volantes o gotitas de saliva. Esas
gotas son grandes y,, perceptibles a simple vista. Entonces quedan atrapadas en
la rejilla de la mascarilla con todos sus viajeros.
Una persona contaminada se convierte en contagiosa a partir de la aparición de los
primeros síntomas (exactamente, 48 horas después) y continúa siéndolo durante dos o
tres días. ¿Piensas que es un esfuerzo insuperable llevar una mascarilla durante tres
días? Más aún, si todo el mundo respeta esta norma, se disminuirían las
ocasiones de contaminarse y…, de esta forma, muchas personas estarían protegidas.
El personal de los hospitales, igual que el resto de personas que tienen contacto con el
público –los restaurantes, los auto-servicios, etc…- debería llevar la mascarilla
obligatoriamente si son portadores del virus. Los médicos y las enfermeras conocen
bien los riesgos para los pacientes; sin embargo, no se ponen siempre la mascarilla.
Considero esto como un crimen potencial. Los pacientes vienen a curarse, no a
contaminarse. Nuestro deber es protegerlos. Así que, créeme, cuando veo a un colega
acatarrado, le recuerdo que debe llevar la mascarilla, pero casi nunca me hace caso.
Entonces, protéjete: exije a las personas que te rodean y también a tus compañeros de
trabajo, en los hospitales, en los restaurantes,… que se pongan una mascarilla o que se
alejen. Y, en lo que te concierne, si tienes los síntomas del catarro o de la gripe, o
te duele la garganta, tienes mocos, tos, estornudos,…, proteje a los tuyos (lactantes,
niños, familia, colegas y a todos los demás).
iii Utilizar una mascarilla es fácil pero eficaz!