En mi libro:”VENTURAS Y DESVENTURAS DEL LINAJE AL-BASRI OEL ANDALUSI ERRANTE”incluyo unas pinceladas historicas de la Guerra de Granada. He aquí estas.
Estas capitulaciones no se cumplieron nunca y con ánimo contumaz, el cardenal Cisneros, empezó utilizando por métodos coactivos los bautismos en masa contra la oposición de la masa de moriscos que los recibían, originando grandes revueltas en el período del 1500 al 1501. Se iniciaron las primeras expulsiones de un contingente muy numeroso que salió a Berbería y los que se quedaron con otros en Castilla, se les obligo al bautismo en bloque. La rebelión se inicio en el Albayzin por causa de que Cisneros había enviado a tres emisarios allí, con un encargo y habiéndose suscitado una disputa entre estos y algunos habitantes del barrio se llego de las palabras a las manos y muriendo allí mismo dos de estos, escapando con dificultad el tercero de la furia de la plebe amotinada. Esta seria la señal de la insurrección y los habitantes del Albayzin corrieron a las armas y se apoderaron de las puertas formándose palizadas en las calles.
Ante este estado de cosas, Fray Hernando de Talavera, arzobispo de Granada, decidió tomar su partido por la influencia personal entre las gentes, presentándose valientemente ante la presencia del barrio amotinado. Pese a los ruegos de sus amistades que la aconsejaban que desistiese de esta idea, se presentó, llevando un crucifijo y unos pocos criados y al ver la muchedumbre amotinada, a aquel semblante lleno de piedad
que les recordaba su tranquila dignidad y benigna expresión que les dirigía la palabra desde el púlpito, callaron sus pasiones de la multitud y el sencillo pueblo que le rodeó, se arrodilló a su paso, y besándole la orla de sus vestidos, le pidieron su bendición. El Conde de Tendilla supo lo que pasaba y se dirigió también al Albaycin seguido de unos cuantos soldados y luego que llego a la plaza, donde la muchedumbre se hallaba reunida, arrojó en medio de ella, su birrete en señal que venía en son de paz. Este hecho originó un aplauso generalizado en la muchedumbre por su noble acción.
Aprovecharon Mendoza y Talavera para hacer ver a las gentes su desesperado proceder, les suplicaron que dejasen las armas y volviesen a sus deberes y prometiéndoles bajo palabra, que si así lo hacían, intercederían ante los Reyes Católicos para obtener su perdón. El Conde da prueba de su sinceridad, dejando en el Albaycin como rehenes a su mujer y sus hijos; acto que demostraba la manifiesta confianza de buena fe, que tenía en la población morisca.
Mientras asi marchaban las cosas en la capital granadina, surgía un descontento en general, en otros puntos del reino y especialmente en las ásperas regiones de la Alpujarra.
Sus habitantes que vivían en estas aldeas y pueblos moriscos, donde coronaban las atrevidas crestas de sus montes, sus verdes laderas y fértiles valles intermedios. Sus moradores acostumbrados una vida de trabajosas privaciones, habían suministrado en tiempos pasados, soldados valerosos y resueltos a los príncipes de Granada y ahora presentaban el ejemplo de una adhesión fiel y constante a la antigua religión, a sus instituciones y a sus tradiciones.
Estos belicosos montañeses veían con rencor la pérfida conducta que con sus compatriotas se observaba, por parte de autoridades cristianas y sus ánimos se enardecieron al contemplar la apostasía pública de Granada.
Resolvieron adelantarse a otro intento semejante contra ellos y una insurrección se generalizó en el lugar, tomando castillos y posiciones fuertes del país e iniciaron correrías por tierras cristianas.
Semejantes actos de atrevimiento, produjeron el sobresalto en la capital y el Conde de Tendilla, tomó disposiciones para sofocar la rebelión en su origen.
Se produjeron choques violentos y se cometieron excesos por ambas partes y desdichadamente la cólera del soberano, rey D. Fernando, quien ordenó, una cruel represión siendo objeto de incendio, muchas de las poblaciones sublevadas, donde los combatientes dejaron a sus mujeres y niños, que fueron objeto de las llamas y los que sobrevivieron, fueron esclavizados y vendidos en Berbería.
Estos episodios dramáticos, terminaron en el reinado de los Reyes Católicos, pero la herida se conservaba abierta y pasarían muchos años hasta que otra vez, surgían los conflictos. La rebelión de la Alpujarra se produjo en el periodo del 1567 al 1571, reinando Felipe II, como respuesta a la Pragmática o Edicto del 1566, donde se limitaba las libertades religiosas a la población morisca. En 1567, D. Pedro de Leza, presidente de la Audiencia de Granada, proclamo el edicto y comenzó su ejecución.
La población morisca estaba interesada en negociar y sus representantes, Jorge de Baeza y Francisco Núñez Muley, defendieron que las tradiciones perseguidas por el edicto, no eran incompatibles con la doctrina cristiana y que el comercio, en general, de la actividad de la clase morisca, se podría ver afectado, con la disminución de los ingresos reales.
Tras un año de infructuosa negociaciones, la población morisca, decidió levantarse en armas en 1568. La rebelión no recibió apoyo de la capital granadina, pero se extendió rápidamente por la Alpujarra.
El jefe de insumisión morisca, era Fernando de Córdoba y Valor-Tabóas, descendiente del Califa de Córdoba y volvió a su nombre árabe, “Aben Omeya”, también “Aben Humeya”, siendo proclamado rey, cerca de Narila. Uno de sus más fervientes seguidores, fue Farax Aben Farrax, nombrado alguacil mayor del rey, que sería asesinado, ocupando su puesto, su primo, Aben Aboo.
La rebelión fue apoyada militar y económicamente desde Argelia, que envió grandes pertrechos de armamento de fuego y de 4000 insurgentes en 1569, pasaron a 25.000 en 1570, incluyendo beréberes y turcos que se integraron.
El rey Felipe II designa al capitán general de Granada, el marqués de Mondéjar, pero no delimito sus competencias con el otro jefe, el marques de los Velez e inició una estrategia de dirigir, la guerra de guerrillas desde Madrid, cuya táctica beneficio a los alzados.
El 8 de abril de 1569, Felipe II nombra a su hermano, D. Juan de Austria, jefe del ejército de Granada y esté, por su popularidad es recibido con júbilo por la población cristiana y tras duros combates y de la incorporación de otro jefe militar, D. Luis de Requesens, con refuerzos de 2500 hombres, procedentes de los Tercios de Italia y auxiliado por el marqués de los Velez, se dirigen a la toma de Baza, en poder de Aben Humeya y obtuvieron una victoria, aunque el propio Aben Humeya, logró huir.
La derrota de Baza, no amilano a los rebeldes que recibieron nuevos refuerzos y suministros africanos y se incorporaron la población morisca de Granada.
Aben Humeya, se desplazaba por todo el antiguo reino nazarí y un dia se les presentó a la puerta de la capital, ante el marqués de los Velez, para inquietar a la guarnición militar.
Con basé en Andarax, Aben Humeya, continuó sus correrías hasta que fue asesinado por las intrigas del bando cristiano a través de una amante suya y fue sustituido por su sobrino, Audalla que puso sitio a la plaza de Orjiva, que cayó en poder de los moriscos.
Posteriormente, D. Juan de Austria envió al duque de Sessa, con un poderoso ejército, quien tomo Orjiva y posteriormente, Adra, puerto militar importante por sus contactos con África.
D. Juan de Austria, finalmente participo personalmente en el asedio de Galera, y en el campo morisco, moría Audalla, asesinado por un complot, quizás negociado desde el campo cristiano.
Siguieron las operaciones y después de pacificar la cuenca del río Almanzora, limítrofe con Murcia, D. Juan de Austria, finalizaba la contienda de Granada.
Tras la finalización de la guerra de Granada, Felipe II ordena, una campaña de represión contra los moriscos granadinos, tomando la decisión que los moriscos sublevados o de paz, sean entregados a los alcaldes de la población, destinados a residir.
-Los de Granada, y la Vega, valle de Lecrin, sierra de Bentomiz, Axarquia, Hoya de Málaga, serranía de Ronda y Marbella fueron repartidos por las provincias de Extremadura y Galicia.
-Los de Guadix, Baza y Rió Almanzora, por la Mancha, Toledo y Castilla Norte.
-Y, los de Almería y costa, fueron trasladados a Sevilla.
FDO: JULIO REYES RUBIO "AL-MAYRITI"
Estas capitulaciones no se cumplieron nunca y con ánimo contumaz, el cardenal Cisneros, empezó utilizando por métodos coactivos los bautismos en masa contra la oposición de la masa de moriscos que los recibían, originando grandes revueltas en el período del 1500 al 1501. Se iniciaron las primeras expulsiones de un contingente muy numeroso que salió a Berbería y los que se quedaron con otros en Castilla, se les obligo al bautismo en bloque. La rebelión se inicio en el Albayzin por causa de que Cisneros había enviado a tres emisarios allí, con un encargo y habiéndose suscitado una disputa entre estos y algunos habitantes del barrio se llego de las palabras a las manos y muriendo allí mismo dos de estos, escapando con dificultad el tercero de la furia de la plebe amotinada. Esta seria la señal de la insurrección y los habitantes del Albayzin corrieron a las armas y se apoderaron de las puertas formándose palizadas en las calles.
Ante este estado de cosas, Fray Hernando de Talavera, arzobispo de Granada, decidió tomar su partido por la influencia personal entre las gentes, presentándose valientemente ante la presencia del barrio amotinado. Pese a los ruegos de sus amistades que la aconsejaban que desistiese de esta idea, se presentó, llevando un crucifijo y unos pocos criados y al ver la muchedumbre amotinada, a aquel semblante lleno de piedad
que les recordaba su tranquila dignidad y benigna expresión que les dirigía la palabra desde el púlpito, callaron sus pasiones de la multitud y el sencillo pueblo que le rodeó, se arrodilló a su paso, y besándole la orla de sus vestidos, le pidieron su bendición. El Conde de Tendilla supo lo que pasaba y se dirigió también al Albaycin seguido de unos cuantos soldados y luego que llego a la plaza, donde la muchedumbre se hallaba reunida, arrojó en medio de ella, su birrete en señal que venía en son de paz. Este hecho originó un aplauso generalizado en la muchedumbre por su noble acción.
Aprovecharon Mendoza y Talavera para hacer ver a las gentes su desesperado proceder, les suplicaron que dejasen las armas y volviesen a sus deberes y prometiéndoles bajo palabra, que si así lo hacían, intercederían ante los Reyes Católicos para obtener su perdón. El Conde da prueba de su sinceridad, dejando en el Albaycin como rehenes a su mujer y sus hijos; acto que demostraba la manifiesta confianza de buena fe, que tenía en la población morisca.
Mientras asi marchaban las cosas en la capital granadina, surgía un descontento en general, en otros puntos del reino y especialmente en las ásperas regiones de la Alpujarra.
Sus habitantes que vivían en estas aldeas y pueblos moriscos, donde coronaban las atrevidas crestas de sus montes, sus verdes laderas y fértiles valles intermedios. Sus moradores acostumbrados una vida de trabajosas privaciones, habían suministrado en tiempos pasados, soldados valerosos y resueltos a los príncipes de Granada y ahora presentaban el ejemplo de una adhesión fiel y constante a la antigua religión, a sus instituciones y a sus tradiciones.
Estos belicosos montañeses veían con rencor la pérfida conducta que con sus compatriotas se observaba, por parte de autoridades cristianas y sus ánimos se enardecieron al contemplar la apostasía pública de Granada.
Resolvieron adelantarse a otro intento semejante contra ellos y una insurrección se generalizó en el lugar, tomando castillos y posiciones fuertes del país e iniciaron correrías por tierras cristianas.
Semejantes actos de atrevimiento, produjeron el sobresalto en la capital y el Conde de Tendilla, tomó disposiciones para sofocar la rebelión en su origen.
Se produjeron choques violentos y se cometieron excesos por ambas partes y desdichadamente la cólera del soberano, rey D. Fernando, quien ordenó, una cruel represión siendo objeto de incendio, muchas de las poblaciones sublevadas, donde los combatientes dejaron a sus mujeres y niños, que fueron objeto de las llamas y los que sobrevivieron, fueron esclavizados y vendidos en Berbería.
Estos episodios dramáticos, terminaron en el reinado de los Reyes Católicos, pero la herida se conservaba abierta y pasarían muchos años hasta que otra vez, surgían los conflictos. La rebelión de la Alpujarra se produjo en el periodo del 1567 al 1571, reinando Felipe II, como respuesta a la Pragmática o Edicto del 1566, donde se limitaba las libertades religiosas a la población morisca. En 1567, D. Pedro de Leza, presidente de la Audiencia de Granada, proclamo el edicto y comenzó su ejecución.
La población morisca estaba interesada en negociar y sus representantes, Jorge de Baeza y Francisco Núñez Muley, defendieron que las tradiciones perseguidas por el edicto, no eran incompatibles con la doctrina cristiana y que el comercio, en general, de la actividad de la clase morisca, se podría ver afectado, con la disminución de los ingresos reales.
Tras un año de infructuosa negociaciones, la población morisca, decidió levantarse en armas en 1568. La rebelión no recibió apoyo de la capital granadina, pero se extendió rápidamente por la Alpujarra.
El jefe de insumisión morisca, era Fernando de Córdoba y Valor-Tabóas, descendiente del Califa de Córdoba y volvió a su nombre árabe, “Aben Omeya”, también “Aben Humeya”, siendo proclamado rey, cerca de Narila. Uno de sus más fervientes seguidores, fue Farax Aben Farrax, nombrado alguacil mayor del rey, que sería asesinado, ocupando su puesto, su primo, Aben Aboo.
La rebelión fue apoyada militar y económicamente desde Argelia, que envió grandes pertrechos de armamento de fuego y de 4000 insurgentes en 1569, pasaron a 25.000 en 1570, incluyendo beréberes y turcos que se integraron.
El rey Felipe II designa al capitán general de Granada, el marqués de Mondéjar, pero no delimito sus competencias con el otro jefe, el marques de los Velez e inició una estrategia de dirigir, la guerra de guerrillas desde Madrid, cuya táctica beneficio a los alzados.
El 8 de abril de 1569, Felipe II nombra a su hermano, D. Juan de Austria, jefe del ejército de Granada y esté, por su popularidad es recibido con júbilo por la población cristiana y tras duros combates y de la incorporación de otro jefe militar, D. Luis de Requesens, con refuerzos de 2500 hombres, procedentes de los Tercios de Italia y auxiliado por el marqués de los Velez, se dirigen a la toma de Baza, en poder de Aben Humeya y obtuvieron una victoria, aunque el propio Aben Humeya, logró huir.
La derrota de Baza, no amilano a los rebeldes que recibieron nuevos refuerzos y suministros africanos y se incorporaron la población morisca de Granada.
Aben Humeya, se desplazaba por todo el antiguo reino nazarí y un dia se les presentó a la puerta de la capital, ante el marqués de los Velez, para inquietar a la guarnición militar.
Con basé en Andarax, Aben Humeya, continuó sus correrías hasta que fue asesinado por las intrigas del bando cristiano a través de una amante suya y fue sustituido por su sobrino, Audalla que puso sitio a la plaza de Orjiva, que cayó en poder de los moriscos.
Posteriormente, D. Juan de Austria envió al duque de Sessa, con un poderoso ejército, quien tomo Orjiva y posteriormente, Adra, puerto militar importante por sus contactos con África.
D. Juan de Austria, finalmente participo personalmente en el asedio de Galera, y en el campo morisco, moría Audalla, asesinado por un complot, quizás negociado desde el campo cristiano.
Siguieron las operaciones y después de pacificar la cuenca del río Almanzora, limítrofe con Murcia, D. Juan de Austria, finalizaba la contienda de Granada.
Tras la finalización de la guerra de Granada, Felipe II ordena, una campaña de represión contra los moriscos granadinos, tomando la decisión que los moriscos sublevados o de paz, sean entregados a los alcaldes de la población, destinados a residir.
-Los de Granada, y la Vega, valle de Lecrin, sierra de Bentomiz, Axarquia, Hoya de Málaga, serranía de Ronda y Marbella fueron repartidos por las provincias de Extremadura y Galicia.
-Los de Guadix, Baza y Rió Almanzora, por la Mancha, Toledo y Castilla Norte.
-Y, los de Almería y costa, fueron trasladados a Sevilla.
FDO: JULIO REYES RUBIO "AL-MAYRITI"