FRUTA MASTICADA
Un maestro contaba siempre una parábola al finalizar la clase, pero los alumnos no siempre entendían su sentido.
–Maestro –le dijo uno de ellos una tarde–, tú siempre terminas con un cuento, pero no nos explicas nunca su significado más profundo.
–Pido perdón por ello –se disculpó el maestro–. Permíteme que, en
señal de reparación, te invite a un rico melocotón.
–Gracias, maestro –le contestó.
–Quisiera, para agradecerte como verdaderamente te mereces, pelarte el melocotón
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