Ella esperaba, cada mañana la llamada para que le confirmara que sería abuela. Ella esperaba ser abuela, pero sus hijos tenían otros planes.
Pero cuando dejó de esperar y la vida ya le pesaba en la espalda y al caminar sus pies barrían el piso, llegó la noticia esperada.
Pero ella ya no tenía tiempo. A ella ya le habían golpeado la
puerta para marchar. Pero pudo irse con una sonrisa...