Una anciana se subió a un autobús y tomó su asiento. En la siguiente parada, una
joven mujer, fuerte y gruñona subió y se sentó bruscamente junto a la anciana, golpeándola con sus numerosas bolsas. Al ver que la anciana se mantenía en silencio una joven le preguntó por qué no se había quejado cuando la golpeó con sus bolsas.
La anciana respondió con una sonrisa:
- No es necesario ser mal educada o discutir sobre algo tan insignificante, ya que mi viaje a su lado es tan corto, porque me bajaré en
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