El tiempo es oro.
Érase una vez, una
joven princesa, la cual no le gustaba hacer nada más que estar sin hacer nada todo el día. Sus padres los reyes le reprochaban que no hiciera nada de provecho pero ella no les hacía caso, prefería estar tirada en su cama o en el sillón, que hacer algo de provecho.
Un día se fue a dormir y antes de hacerlo pidió que el tiempo pasara rápido para que nadie le dijera que hacer. A la mañana siguiente despertó y sobre su cama se encontró una bobina con un hilo de
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