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PEDRO MARTINEZ (Granada)

Mi Pino con buenas vistas
Foto enviada por sensi

Si no luchas por lo que quieres, no te lamentes por lo que pierdes».
No desees a quien te ignora, descuidando a quien te sonríe y quien en silencio siempre está cerca.
Buenas tardes Antonia... pasa un buen día, aquí hoy muy buen tiempo... un abrazo.
Atrapanieblas.

En medio de la zona más árida de la Isla de El Hierro apareció un día, de buena mañana, un poco de bruma. Sus gotitas eran tan, tan menudas que apenas nadie alcanzaba a verlas, pero aún así, la neblina bañaba de suave rocío la tierra.

¿Dónde vas?- Le había preguntado aquella mañana el sol al ver que marchaba.

Aquí no me quieren. En los nubarrones ayer vi a las gotas de la llovizna y las de la lluvia ataviadas para su viaje a la tierra. Pero dijeron que yo soy demasiado pequeña ... (ver texto completo)
La mulata de Córdoba

En la época de la Inquisición, en la ciudad de Córdoba, Veracruz, existía una hermosa mulata que llamaba la atención de todos y su nombre era Soledad. Era mulata, una mezcla entre indios y negros, por lo que carecía de bastantes derechos, dando como resultado una mujer huraña, que rehuía el trato. Asimismo, a ella se le asociaban poderes para curar enfermedades complicadas, casar almas cuyo destino era estar separadas y, para los celosos, embrujos, encantamientos y maleficios, ... (ver texto completo)
En busca de la fortuna

Había una vez un chico llamado Rodrigo quien soñaba con poseer algún día una gran fortuna.

De niño su mamá le enseñó a ganarse el dinero por lo que siempre limpiaba los zapatos del colegio de él y sus hermanas que quedaban brillantes y muy limpios.

Pero Rodrigo no se conformaba con las propinas que ganaba en su casa, así que empezó su propio negocio vendiendo limonada fresca en el mercado.

A Rodrigo le gustó mucho el dinero, le gustaba comprarse las zapatillas de ... (ver texto completo)
Verde Ave.

Hace mucho, mucho tiempo, cuando el sol invernal caía en el valle de Oaxaca y las doradas caléndulas, los tempestuiles, brotaban en la pradera, Gran Jaguar, el rey zapoteca, decidió que su hija debía casarse.

— ¿Quién merecerá a mi hija, la hermosa e inteligente joven Kesne? —se preguntaba.

Subió por la estrecha escalera del Templo de los Guerreros. Cuando llegó a lo alto de la pirámide, tuvo una visión de poder tan grande, que sus ojos se cegaron con la luz del día.

— ¡Ya ... (ver texto completo)