Iba yo por un
camino, cuando una voz de mujer detrás de mí me dijo:
- ¿Me conoces?
Me volví y le contesté:
- No recuerdo tu nombre.
Ella me dijo:
- Yo soy aquella Tristeza profunda que sufriste hace tiempo.
Sus ojos se parecían a la mañana cuando el rocío está todavía en el aire.
Permanecí en silencio y luego le pregunté:
- ¿Has perdido aquella carga inmensa de lágrimas?
Ella sonrió sin contestarme.
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