Mi Abuelita siempre cocinaba muy rico.
Pero un día, puso un
pastel quemado delante de mi Abuelito. No un poquito quemado, sino negro como carbón.
Esperé a ver qué iba a decir mi abuelito. Pero, él sólo comió el pastel y me preguntó cómo había sido mi día.
Luego, oí a mi abuelita que le ofrecía disculpas por su cena. Nunca olvidaré la respuesta de él: "Querida, me gusta tu pastel", luego le besó en la frente y ella le sonrió tranquila.
Más tarde, le pregunté si él le había dicho la verdad.
Él
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