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PEDRO MARTINEZ (Granada)

Mujeres en el parque nuevo haciendo deporte
Foto enviada por sensi

Lo más triste es que la única cosa que se puede hacer durante ocho horas al día es trabajar.
Los años te cambian, te van enseñado a entender las cosas.
Con los años ya no discutes, no te enfadas, evitas charlas y ahorras consejos.
Al final, con el tiempo, si alguien te quiere, te quedas, si alguien te ignora, te alejas, si algo te gusta, lo tomas, si algo te molesta, lo dejas.
Con el paso del tiempo queda menos gente, pero los que se quedan, son los mejores y se les quiere todavía un poco más.
Los años te van enseñando que a veces te rompes y te vuelves arreglar, que a veces se gana y se pierde.
Otras veces se ama y se suelta.
Todo me lo enseñó el tiempo y se lo agradezco. ... (ver texto completo)
Si tu felicidad depende de lo que hagan los demás, supongo que estarás en aprietos.
Sólo se vive una vez, pero si lo haces bien, con una vez es suficiente.
El único lugar en el que la superación está antes que el trabajo es en el diccionario.
El único amor incondicional, que soporta todo y lo da todo sin esperar nada a cambio es el amor de una madre.
Hermosas y gráciles, las mariposas nos levantan el ánimo con su belleza y su vuelo lírico.
Hacía tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo.
Las matemáticas no mienten, lo que hay son muchos matemáticos mentirosos.
EL SECRETO DE LA FELICIDAD

Un mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el secreto de la felicidad. Al llegar al castillo, este acabó en una sala llena de gente hablando, personas que entraban y salían... El sabio conversaba con todos y el joven tuvo que esperar dos horas para que lo atendiera. Tras escuchar lo que quería, el hombre le dijo que no podía contarle el secreto de la felicidad y le sugirió que diera un paseo por su palacio y volviera en dos ... (ver texto completo)
No mires hacia atrás porque puedes perderte lo que tiene enfrente...
Casi todas las personas son tan felices como deciden serlo.
Las maldiciones no van nunca más allá de los labios que las profieren.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
La madurez es aquella edad en la que uno ya no se deja engañar por sí mismo.