Había un profesor que tenía fama de ser justo y comprensivo, durante su última clase antes de las vacaciones se le acercó un alumno que, de manera desafiante, le dijo: «Lo que me alegra de terminar el curso es que no tendré que escuchar más sus tonterías y dejaré de ver su cara aburrida». El estudiante, con expresión arrogante, aguardaba la reacción del maestro, que imaginaba que estaría llena de rabia. Sin embargo, el profesor le miró unos segundos y, muy tranquilamente, le preguntó: «Cuando alguien
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