Un
médico caminaba por la orilla de un ancho
río. De repente empezó a oír unos gritos procedentes del
agua. Alguien que se estaba ahogando pedía socorro.
Aquel médico sin pensárselo dos veces se lanzó al agua y después de hacer un esfuerzo ímprobo, consiguió acercar a esa persona hasta la orilla. Mientras le prestaba asistencia comenzó a oír nuevos gritos de auxilio. Otro más, ¿cómo era posible?
De nuevo se lanzó al río y salvó a aquella segunda persona. A pesar del cansancio y de los frenéticos
... (ver texto completo)