EL SABIO QUE CONTÓ UN CHISTE
Había una vez un hombre muy sabio al que con frecuencia visitaban los habitantes de la aldea para quejarse una y otra vez de los mismos problemas. Harto de escuchar siempre lo mismo, un día los reunió a todos y en vez de atender a las ya tan manidas preocupaciones de sus conciudadanos decidió contarles un chiste. Fue un éxito total, todos se rieron a carcajadas. Viendo la gran acogida que había tenido su idea, el sabio permaneció unos minutos en silencio antes de contarles, de nuevo, el mismo chiste. Esta vez, solo se oyeron unas pocas carcajadas. El hombre volvió a su silencio, pese a que todo el mundo estaba expectante, y transcurridos unos minutos más, lo explicó por tercera vez, pero en esta ocasión ya nadie fue capaz de reírse. Entonces, el sabio sonrió y dijo: « ¿Verdad que no se puede reír del mismo chiste una y otra vez?». «Verdad, gran sabio», respondieron al unísono los allí reunidos. «Por lo tanto, ¿por qué siempre venís a llorarme por los mismos problemas?», prosiguió el hombre. Todos enmudecieron y comprendieron el mensaje: cada vez que tengas un problema, no debes regodearte en él. Afróntalo lo antes posible, preocuparte a diario por lo mismo no va a resolver las dificultades, solo te hará perder el tiempo y la energía. ... (ver texto completo)
Había una vez un hombre muy sabio al que con frecuencia visitaban los habitantes de la aldea para quejarse una y otra vez de los mismos problemas. Harto de escuchar siempre lo mismo, un día los reunió a todos y en vez de atender a las ya tan manidas preocupaciones de sus conciudadanos decidió contarles un chiste. Fue un éxito total, todos se rieron a carcajadas. Viendo la gran acogida que había tenido su idea, el sabio permaneció unos minutos en silencio antes de contarles, de nuevo, el mismo chiste. Esta vez, solo se oyeron unas pocas carcajadas. El hombre volvió a su silencio, pese a que todo el mundo estaba expectante, y transcurridos unos minutos más, lo explicó por tercera vez, pero en esta ocasión ya nadie fue capaz de reírse. Entonces, el sabio sonrió y dijo: « ¿Verdad que no se puede reír del mismo chiste una y otra vez?». «Verdad, gran sabio», respondieron al unísono los allí reunidos. «Por lo tanto, ¿por qué siempre venís a llorarme por los mismos problemas?», prosiguió el hombre. Todos enmudecieron y comprendieron el mensaje: cada vez que tengas un problema, no debes regodearte en él. Afróntalo lo antes posible, preocuparte a diario por lo mismo no va a resolver las dificultades, solo te hará perder el tiempo y la energía. ... (ver texto completo)