ECHAR UNA MANO AL PRÓJIMO
El anciano, que por su aspecto se notaba enfermo, estaba sentado en una silla de ruedas, bajo el tremendo sol de aquel día, protegido por una gran sombrilla de
color azul con figuras de cuadros. Usaba una camisa que se parecía mucho al modelo de su sombrilla. Tenía a su alcance una botella plástica de una bebida gaseosa llena de
agua, que, a juzgar por el clima del día, no debía estar fresca. Había colocado en el piso caliente un viejo y grande sombrero negro, en el que
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