Fábula El Cojo y El Ciego
Un cojo y un ciego llegaron, cierta vez, a la orilla de un río que tenían que vadear. Ante esta dificultad —dijo el cojo al ciego:
—Aquí hay un vado bastante bueno, pero, a decir verdad, mi única pierna no me permite cruzarlo.
—Yo lo pasaría si pudiese ver—apuntó el ciego—; pero, como me falta la vista, temo resbalar. ¿Qué hacemos?
— ¡Magnífica idea me ha venido! —exclamo el cojo, reaccionando—. Mira: tus piernas serán mi sostén y mi vista nuestra guía. Ayudándonos ... (ver texto completo)
Un cojo y un ciego llegaron, cierta vez, a la orilla de un río que tenían que vadear. Ante esta dificultad —dijo el cojo al ciego:
—Aquí hay un vado bastante bueno, pero, a decir verdad, mi única pierna no me permite cruzarlo.
—Yo lo pasaría si pudiese ver—apuntó el ciego—; pero, como me falta la vista, temo resbalar. ¿Qué hacemos?
— ¡Magnífica idea me ha venido! —exclamo el cojo, reaccionando—. Mira: tus piernas serán mi sostén y mi vista nuestra guía. Ayudándonos ... (ver texto completo)