Mis primos los Canos y yo siempre nos hemos llevado muy bien, pero hubo una ocasion anecdótica en la que yo no quise verlos pero ellos me vieron a mi.
Tengo ganas de contarlo y lo voy a hacer. Era el dia dos de agosto del año 1987
santo de Angelines, mi mujer, y empezaba la fiesta de D. Diego donde estávamos invitados a cenar en casa de unos amigos. Nosotros estávamos parando en casa de la Antonia la dormia y a las diez de la mañana llegó su hijo, Juan, nos fuimos a tomar un cafe que se convirtió ... (ver texto completo)
Tengo ganas de contarlo y lo voy a hacer. Era el dia dos de agosto del año 1987
santo de Angelines, mi mujer, y empezaba la fiesta de D. Diego donde estávamos invitados a cenar en casa de unos amigos. Nosotros estávamos parando en casa de la Antonia la dormia y a las diez de la mañana llegó su hijo, Juan, nos fuimos a tomar un cafe que se convirtió ... (ver texto completo)
Érase una borrachera a Manolor pegada,
érase una cogorza impresionante, de olores
y sabores de cerveza bien fermentada,
luego fueron los aprietos y los dolores
y hasta la pata abajo una larga y cálida m... a...
casi, casi nada.
Quien diga que los andaluces somos exageraos, no dice verdad. Tú, Manolor, no lo eres. ¿A que no? Describes tu cogorza pulcramente, desde la serenidad, por tanto el fiel de la balanza queda en su punto justo. Ni pa'un lao ni pa'otro. Ese día hiciste de Regúlez. Regúlez era un pedromartinero que yendo en bicicleta se le paraba sola delante de las tabernas. Voy a dejar la bebida -se prometió Regúlez a sí mismo cierto día- y comenzó a pedalear; en la primera taberna la bicicleta le frenaba, igual en la segunda y en la tercera... al remontar la última, el freno era ya duríllo de vencer, dio unas cuantas pedaladas enérgicamente y traspasó la taberna. Se sorprendió de su excelente buena fuerza de voluntad y se dijo: ya que me he portado tan bien, voy a celebrarlo. Entró y se tomó 30 cervezas. Como Manolor trabajando por la época en la construcción: Se cayó del andamio desde un séptimo piso. Una mujer, buena samaritana, acudió en su auxilio y gritó: ¡Agua, que le den agua! Manolor abriendo ojos como lebrillos de grandes, le espetó: ¡Señora, desde donde hay que caerse para que le den a uno cerveza de la buena! Felices tiempos aquellos, ¿eh Manolo? Seguramente que hubo un momento en que entonaste el ¡Ole, ole, ole, viva... etc.
Sic transis gloria mundi. ... (ver texto completo)
érase una cogorza impresionante, de olores
y sabores de cerveza bien fermentada,
luego fueron los aprietos y los dolores
y hasta la pata abajo una larga y cálida m... a...
casi, casi nada.
Quien diga que los andaluces somos exageraos, no dice verdad. Tú, Manolor, no lo eres. ¿A que no? Describes tu cogorza pulcramente, desde la serenidad, por tanto el fiel de la balanza queda en su punto justo. Ni pa'un lao ni pa'otro. Ese día hiciste de Regúlez. Regúlez era un pedromartinero que yendo en bicicleta se le paraba sola delante de las tabernas. Voy a dejar la bebida -se prometió Regúlez a sí mismo cierto día- y comenzó a pedalear; en la primera taberna la bicicleta le frenaba, igual en la segunda y en la tercera... al remontar la última, el freno era ya duríllo de vencer, dio unas cuantas pedaladas enérgicamente y traspasó la taberna. Se sorprendió de su excelente buena fuerza de voluntad y se dijo: ya que me he portado tan bien, voy a celebrarlo. Entró y se tomó 30 cervezas. Como Manolor trabajando por la época en la construcción: Se cayó del andamio desde un séptimo piso. Una mujer, buena samaritana, acudió en su auxilio y gritó: ¡Agua, que le den agua! Manolor abriendo ojos como lebrillos de grandes, le espetó: ¡Señora, desde donde hay que caerse para que le den a uno cerveza de la buena! Felices tiempos aquellos, ¿eh Manolo? Seguramente que hubo un momento en que entonaste el ¡Ole, ole, ole, viva... etc.
Sic transis gloria mundi. ... (ver texto completo)