La leyenda de "El Pozo Amargo"
Noche tras noche se veían en secreto. Procuraban burlar toda vigilancia que acechara en sus encuentros. Y así estaban juntos; tan sólo la luna era cómplice de sus miradas.
Él, Fernando, había acudido presuroso tras salir de su casa sin ser visto. Aguardaba a que su madre, doña Leonor, comenzara el rezo del santo rosario, como tenía por costumbre al anochecer. Ya los criados de la noble casa también habían empezado a cerrar los portones de las estancias.
Era ... (ver texto completo)
Noche tras noche se veían en secreto. Procuraban burlar toda vigilancia que acechara en sus encuentros. Y así estaban juntos; tan sólo la luna era cómplice de sus miradas.
Él, Fernando, había acudido presuroso tras salir de su casa sin ser visto. Aguardaba a que su madre, doña Leonor, comenzara el rezo del santo rosario, como tenía por costumbre al anochecer. Ya los criados de la noble casa también habían empezado a cerrar los portones de las estancias.
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