LO QUE TE DEBO, NO PUEDO PAGARLO
Una longeva pareja tenía noventa otoños vividos y setenta juntos, persistiendo en cada dificultad y reforzados con un amor como el primer día. Después de haber sido el más fuerte de los dos, el que trabajó duro en el
campo, el que siempre proveyó, ahora era el más débil.
Ella lo bañaba, le ayudaba a ponerse su ropa y lo peinaba con una ternura como si su anciano esposo fuese un bebé. Y cada vez que ella lo peinaba, don Aurelio siempre decía:
¡LO QUE TE DEBO,
... (ver texto completo)