Nunca hay que dejar de admirar la naturaleza, pues es la única manera de apreciar verdaderamente el arte. Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.
– ¡Qué desgracia, mi señor! –exclamó el sabio– cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad.
– ¡Qué insolencia! –gritó el Rey enfurecido– ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! –Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después... Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro. Compartir tiempo también es un regalo, y de los más bonitos que existen. La vida está hecha de días que no significan nada y momentos que significan todo.