Un hombre vivía en una casita muy pequeña con su esposa, cinco hijos, sus cuatro abuelos y varios tíos y tías. Dormían todos en la misma habitación, comían juntos y se peleaban en vano por un poco de espacio propio y silencio. Desesperado, el hombre fue a ver al hombre más sabio del pueblo para decirle que se estaba volviendo loco por culpa de las peleas, los gritos y llantos de los niños y porque su esposa estaba destrozada de no dormir. «Según recuerdo, tú tienes una vaca,... La vida no merece que uno se preocupe tanto. No existe mejor pregunta que una mirada, ni mejor respuesta que una sonrisa. Siempre es mejor tener la nariz en un libro que en los asuntos de los demás. El bien se hace, pero no se dice y algunas medallas se cuelgan en el alma, no en el cuello.