Un anciano propietario de una cerca se senujtaba cada día en la entrada de su propiedad a disfrutar de una taza de café. En sus manos, siempre sostenía un trozo de pan que ofrecía a un cuervo que se posaba en ese lugar. Como era habitual, el cuervo aguardaba la llegada del anciano para recibir su alimento, ya que lo reconocía. Día tras día, la misma escena se repetía: el anciano se sentaba en la entrada y el cuervo acudía para ser alimentado.
Con el transcurso del tiempo, el anciano... Enseñar a quien no quiere aprender es como sembrar un campo sin ararlo. El abrazo es un excelente medio de comunicación que no necesita ser hablado ni expresado a través de las palabras. Es un principio indiscutible que para saber mandar bien, es preciso saber obedecer. La vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene.