En una lejana sabana africana, andaba perdido un león. Llevaba más de veinte días alejado de su territorio y la sed y el hambre lo devoraban. Por suerte, encontró un lago de aguas frescas y cristalinas. Raudo, corrió veloz a beber de ellas para así, paliar su sed y salvar su vida.
Al acercarse, vio su rostro reflejado en esas aguas calmadas.
– ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – Pensó y aterrorizado, huyó sin llegar a beber.
La sed cada vez era mayor y él sabía que... No prestes atención a lo que la gente dice. Solo mira lo que hacen. Tenemos dos vidas por vivir, la que se nos da por defecto y la que decidimos construir con lo que sea que tengamos a mano. Las palabras alimentan, y como la comida, hay que elegir bien antes de tragarlas. La amistad, la verdadera nunca muere cambia, se transforma, se pone en pausa... Pero si es verdadera, sigue viviendo a pesar de todo...